Desde el pasado día 1-O la tensión no ha hecho sino aumentar en el conflicto catalán, agravada cada vez más no solo por hechos violentos y vergonzosos, sino también por discursos hostiles y cerrados de los dirigentes nacionales y autonómicos, que se comportan como maquinistas ciegos conduciendo a toda velocidad el tren del Estado hacia el precipicio. Frente a esta escalada verbal y fáctica de los políticos, ciudadanos anónimos e independientes hemos sentido la necesidad de intervenir para reclamar el retorno a la sensatez, a la convivencia, al diálogo y a la paz social, y así salir de esta situación asfixiante de bloqueo que a nada bueno ha de llevar. Ciudadanos que en su día también constituimos un balón de oxígeno que permitió en la Transición lograr el consenso necesario para superar las heridas de la Guerra Civil, inhibiendo los radicalismos contrapuestos que de otro modo hubieran llevado a su repetición.

Esta llamada a la intervención de la ciudadanía ha cuajado en la iniciativa Hablamos? lanzada en un principio a través de las redes sociales por un grupo de jóvenes madrileños , pero que ha ido calando cada vez con más fuerza en la sociedad civil. En su manifiesto, se aboga por la recuperación de la convivencia perdida entre Cataluña y España, a través del diálogo y la búsqueda del entendimiento por medios pacíficos. Esto supone de suyo la paralización del procés y también de la represión policial para buscar acuerdos que satisfagan a las partes implicadas sin vulnerar los legítimos intereses y principios de cada una. Se sabe que en un diálogo auténtico ningún interlocutor puede pretender a toda costa salirse con la suya sin ninguna cesión en sus exigencias iniciales. El consenso, como ocurrió en la Transición, solo puede resultar de la renuncia a los maximalismos y del encuentro de soluciones justas y equilibradas. No cabe duda de que este fue entonces y debe ser ahora el sentimiento predominante en la mayor parte de la población, tanto catalana como española. Queremos despertarnos de esta pesadilla y volver a respirar aire limpio, sin los fantasmas de la noche oscura de la violencia, la cerrazón y el enfrentamiento entre pueblos hermanos. Por eso, quienes apoyamos esta iniciativa hemos convocado a todos los ciudadanos de buena voluntad que quisieran defender la paz social, el entendimiento, la convivencia y el diálogo a la concentración realizada el pasado sábado día 7, delante de los Ayuntamientos de cada localidad, vestidos de blanco y portando como única bandera una tela de ese color, significando de este modo nuestra apuesta por la paz, más allá de cualquier partidismo político o territorial.

Una canción proverbial de las primeras elecciones democráticas, en 1977, se titulaba Habla, pueblo, habla. Entonces el pueblo habló y tuvimos hasta ahora 40 años de paz y libertad; la actual y dramática situación a la que nos han conducido dirigentes cegados por ideas fijas requiere que de nuevo sea este buen pueblo el que hable, y diga bien alto a esos dirigentes que se llaman políticos, que como este nombre indica, ellos también tienen que hablar entre sí para resolver sus diferencias y dejar vivir y convivir a la gente realmente en PAZ.

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