Me parece que, en contra de lo que se dice, ahora hay más temas tabúes que hace años, como, por ejemplo, el de la muerte o el de lo que viene después. Yo, que no quiero autocensurarme, escribiré a continuación unas líneas sobre ellos. Y lo voy a hacer porque, a mi modo de ver, pocos temas habrá de mayor interés que éstos. Pero para no alargar la carta, me limitaré a hacer, por si le sirviese a alguien, una pequeña reflexión sobre algo que me viene llamando la atención desde hace algún tiempo. Y es que conozco a mucha gente, más buena que el pan, que, de acuerdo con lo que ya estudié desde pequeño en el catecismo, solo les faltaría una cosa para vivir habitualmente en gracia de Dios: "Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar". ¡Qué interesante sería que alguien, al leer esto, se propusiese hacer este pequeño esfuerzo de asistir, siempre que pueda, a misa los días de precepto! Y es que, lógicamente, da mucha paz el estar habitualmente preparado para dar el paso más importante de nuestra vida: pasar a la otra Vida. E incluso, desde el punto de vista exclusivamente humano, también tiene sus ventajas asistir a misa los domingos: se rompe la monotonía de vivir todos los días de forma similar, se hacen amigos, se coincide habitualmente con los conocidos sin necesidad de quedar, en los pueblos pequeños es un buen momento para verse con los de la ciudad que hayan venido a pasar el fin de semana, etc. Ya sé que hay gente que no va a misa porque tiene sus dudas, pero igual que se hace en otros campos, como por ejemplo el de la salud, en los que a veces se actúa por el por si acaso, no estaría de más proceder de forma similar en éste. Y en cuanto al esfuerzo, no creo que sea mayor que el que se hace, por ejemplo, para practicar footing o para sacar todos los días a pasear al perro, que , en muchos casos, no es el propio, sino un capricho que se le antojó a un nieto, y, luego, tiene que atenderlo el abuelo.

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