Explica el escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez en uno de sus libros autobiográficos, lo difícil que se hace engañar al estómago cuando tras pasar todo el día sin comer, uno trata de dormirse con una cucharilla de azúcar disuelta en un vaso de agua. Aunque se hace mayor reto, prosigue, no volverse loco cuando tras haberse ganado con mil pillerías unos pocos pesos, se dan vueltas por el Malecón sin encontrar a la venta un solo producto de primera necesidad. No hay mejor definición para comprender el bloqueo económico que, a día de hoy, todavía continúa sufriendo el pueblo cubano.

Pero no contentos los hijos de las barras y estrellas, con el pasito bien encaminado por Obama al abstenerse el año pasado por primera vez, les ha faltado tiempo mediante el presidente Trump para oponerse de nuevo al levantamiento del bloqueo. ¿De verdad aún siguen viendo a la isla como un potencial enemigo comunista? ¿O tal vez esperan a que caiga como fruta madura, para apoderarse definitivamente de ella? Sin duda, la falta de alimento y medicinas se ve con otro prisma desde la costa de Miami.