Tengo la sensación de que estamos dedicando gran parte de nuestro esfuerzo a temas relacionados con la situación de Cataluña y poco o nada a los problemas que realmente deberían preocuparnos.

Hace unos días que se ha publicado el informe sobre el Índice de Justicia Social en la Unión Europea que anualmente publica la fundación Bertelsmann Stifftung. En él, la sanidad española figura en la posición 12 de los 28 países, es decir, cae tres puestos con respecto al informe de 2016, donde España figuraba en novena posición. Este dato no parece preocupante si tenemos en cuenta que, pese a ello el sistema de salud está por encima de la media de la UE en protección social. El resto de indicadores nos sitúan en el suspenso o muy deficiente, destacando los relativos a protección de la infancia, prevención de la pobreza o desigualdad intergeneracional. En categorías como "acceso al mercado laboral", España es directamente el peor país de la UE: el 28 de 28.

La UE ha decretado el fin de la crisis, por lo tanto creo que nuestros políticos están obligados a trabajar para conseguir recuperar lo perdido y hacerlo con un calendario definido y acordado, con la misma rapidez que se dieron para aplicar los recortes.

Nosotros tenemos que exigirles que afronten los problemas cuanto antes y de forma definitiva, sabiendo que para equilibrar el sistema se precisan reformas sustanciales.

Dejen de culparse entre sí. Las imágenes de acusaciones, enfado y decepción, culpándose de que Barcelona quedara fuera de la lucha por la EMA, no parece el ejemplo más gratificante para la solución de los problemas que realmente afectan a los ciudadanos.

La tensión política no debe verse como la culpable de que la evolución económica se ralentice, como pretenden hacernos ver algunos políticos.

Los ciudadanos debemos tener presente que unos y otros nos ofrecerán soluciones para todo, pero con nuestras opiniones y aptitudes tenemos que demostrarles que somos conscientes de lo que el momento actual nos brinda y no les vamos a permitir que jueguen con nuestros derechos para ganar votos. Obliguémoslos a ponerse las pilas para que pacten y articulen medidas reales con el único fin de recuperar lo que tanto nos costó alcanzar y nos han arrebatado. Hagámosles trabajar conjuntamente remando en nuestra dirección y no les permitamos mirar en otra dirección que no sea la de la recuperación del estado de bienestar. Estaremos cansados pero no derrotados: colguémosla en nuestros balcones y salgamos a la calle enarbolando la bandera de los derechos sociales.

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