Ya casi nadie pone en duda que lo que necesita España es una apremiante regeneración democrática. Lo que no funciona o no lo hace como es debido, debemos cambiarlo o repararlo antes de que se deteriore más. El término regeneración es la palabra de moda, y al parecer, el remedio a grandes males.

Quiero referirme en esta ocasión, a los sindicatos. Ante el holocausto al que el sistema está sometiendo a los trabajadores, es indiscutible que todos esperamos mucho más de ellos. El sindicato, abogado de oficio y adalid del desvalido trabajador, no siempre ha salido en su defensa como se supone que tenía que hacerlo, es decir, mucho ruido y pocas nueces.

Es ahora cuando realmente los necesitamos, tienen ahora una oportunidad para demostrar que pueden revertir la situación equilibrando la balanza en favor del asalariado y ahora más que nunca, del desempleado. Lo hicieron en otros tiempos, se habían conseguido derechos que en su momento parecían inalcanzables y se conquistaron.

Esas victorias conseguidas con mucho sudor y lágrimas ante una patronal inquebrantable parecían un sueño y se habían hecho realidad. Se puede volver a conseguir, pero para que sean nuevamente reales, queda mucho por hacer, andar lo desandado.

Ellos conocen el camino, pero necesitan renovarse, lavar cierta imagen de desprestigio que ellos mismos se buscaron cuando se quedaron en el burladero en lugar de salir al ruedo. Lo reconocen, deben buscar la transformación total hasta conseguir que trabajadores, desempleados y pensionistas recuperen unos derechos que le permitan llevar la vida que se merecen.

La unión sólida entre todas las confederaciones es indispensable para que tanto el Gobierno como las empresas les escuchen. Esa firmeza tan necesitada como agua de mayo será la principal herramienta de la que deberán hacer uso para defender tanto a los que buscan unas condiciones dignas para su empleo, como a los que lo perdieron y necesitan recuperarlo.

LA OPINIÓN publica opiniones de sus lectores, así como réplicas y sugerencias de interés general que sean respetuosas hacia las personas e instituciones. Las cartas pueden ser enviadas a LA OPINIÓN por vía postal (C/ Franja 40-42 15001 A Coruña), por fax (981 217 401) o por correo electrónico/cartasaldirector@laopinioncoruna.com). Deben tener como máximo 20 líneas e incluir nombre, apellidos, DNI, domicilio y teléfono de contacto. LA OPINIÓN se reserva el derecho a extractarlas.

Cláusula Legal: LA OPINIÓN A Coruña S. L. (C/ Franja, 40-42, 15001, A Coruña), le informa que sus datos de carácter personal facilitados en este formulario de cartas al director, serán incorporados a nuestros ficheros y tratados automatizadamente. De acuerdo a la L.O.P.D. 15/1999 (Ley Orgánica de Protección de Datos), vd. podrá ejercer su derecho de acceso, rectificación, cancelación y oposición conforme a dicha ley. El titular de los datos se compromete a comunicar por escrito a la compañía cualquier modificación que se produzca en los datos aportados.