(El mar bate, una y otra vez, para destrozar las rocas)

¿Habrá alguien que se apunte a ser responsable de esta situación, que podemos abordar desde diversos puntos de vista?

Se puede juzgar de inconsciencia, atrevimiento, insensatez. Siendo aún más duros, pues estos comentarios desafortunados también se escuchan, decir que tienen su merecido; que sin van borrachos o colocados y un sinfín de improperios.

En cualquiera de los casos, el precio por cualquiera de esas posibles actitudes es demasiado caro; otras muchas "imprudencias" y más graves, si cabe, no se pagan con la misma moneda.

Estamos hablando de víctimas. Víctimas mortales; en su inmensa mayoría de personas muy jóvenes.

¿Qué ocurre cuando se detecta un denominado "punto negro" en el tráfico? En este caso, las administraciones, se apuran en buscar soluciones y aquí a nadie se le ocurre cuestionar a los accidentados, todo apunta a que existen unas causas que señalan ciertas deficiencias en la seguridad para el tráfico rodado. O, por ejemplo, cuando la gente se cae al agua por la última de las zonas vip o mejor snob de "La Coruña" donde se tomaron medidas preventivas en su momento, como la colocación de una bancada en la dársena?

¿No será hora de tomar medidas para lo que está ocurriendo en la coraza del Orzán? ¿Qué o cuántas veces más tiene que ocurrir algo así para que llame la atención de las autoridades y para que se adopten soluciones a un problema reiterativo que tiene consecuencias muy tristes y dolorosas?

Tomás, Javier, Rodrigo, José Antonio, Moussa y, ahora, Andrea. ¿Cuántos más para la memoria?

Es sabido y conocido el peligro natural del mar, que si las corrientes, que si la resaca, que si el mar bravo? Hay que añadir que desde que se rellenaron las playas con arena, concretamente en esta zona, se genera una duna con una pendiente muy considerable, justo al pie del acceso que nos invita a adentrarnos en la playa. Con el mar bravo las olas suben por la duna, ese volumen de agua cuando vuelve y baja supone un grandísimo peso en movimiento que si coge a alguien intentando subir para salir del peligro, le resulta imposible hacerlo. No es necesario señalar los demás factores que pueden afectar tales como la sorpresa o el pánico, que en el momento crucial no te dejan reaccionar como hacemos los demás espectadores desde el mirador: Que si tenemos que nadar hacia adentro, que si lo que hay que hacer es dejarse arrastrar, etc, etc, etc.

Cuando hablo de estas cosas, me preguntan: ¿Y qué crees que se puede hacer? No pretendo tener la solución ideal, pero si digo: "A bote pronto lo que haría es sellar ese acceso a la playa con un muro continuo, de ese modo no regalaría una invitación a la desgracia". ¿Que no es estético, que no queda bonito? Y me pregunto: ¿Acaso queda más bonito el monumento a las olas espumadas? Por otro lado, quedan pendientes otras medidas debatidas en caliente, ahora ya frías y olvidadas, como la colocación de salvavidas en las murallas de la playa o que la policía portase salvavidas en sus patrullas.

Ahora mismo lo que preocupa es saber a quien corresponde recoger el guante. Precisamente ahora que la marea está alta y antes de que baje, porque ya sería tarde.

Hace unos días presumíamos, en la prensa, de que Coruña es una ciudad segura. Eso está muy bien y resulta muy atractivo, pero a los encargados de fomentar ese turismo tan deseado para nuestra ciudad que no se les olvide poner que Coruña es una península; es decir, que es segura por todas partes menos por una.

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