Permanecer ajeno a las intimidades de los famosos, mantener una distancia prudente evitando ser arrastrado por la fuerte corriente de la moda y no ser usuario de las redes sociales, en realidad tiene sus consecuencias. Así, por ejemplo, hasta hace un par de meses no tenía ni idea de lo que era un influencer, desconocía la relevancia de esta figura en el marketing y la publicidad online donde, según parece, resulta ser un instrumento de alta eficacia para intensificar y extender el compromiso y la vinculación emocional de los consumidores con una marca. Lo que considero viene a ser el cometido de un comercial de toda la vida, aunque en formato digital y con otras formas, adaptado a la nueva realidad.

Algo que sí me dejó boquiabierto fue conocer que pueda llegar a pagarse medio millón de dólares por colgar una fotografía en una red social; una verdadera bofetada en la cara de la racionalidad. A decir verdad, creo que voy a seguir teniendo problemas de cobertura para establecer contacto con esta modalidad de influencers.