El nombramiento de Josep Borrell como ministro de Asuntos Exteriores me ha parecido una buena noticia. Significa varias cosas. Borrell es un convencido europeísta con una larga experiencia en instituciones europeas. El que sea el titular de la cartera de Exteriores lanza un mensaje de tranquilidad a Bruselas, a los inversores y al mundo en general. España no coquetea en asuntos europeos con el populismo, como sí hace Italia.
Borrell, por otra parte, ha sido uno de los políticos e intelectuales que ha criticado con más fundamento y seriedad los postulados del independentismo. Sus trabajos de investigación sobre los balances fiscales han desmontado la falsedad del victimismo económico tan usado por el nacionalismo y el secesionismo. Sus intervenciones tras el referéndum ilegal del 1 de octubre y la DUI tuvieron la fuerza de un constitucionalismo inteligente. No le ha sentado bien esta decisión a Puigdemont, que es quien sigue estando al frente de la voluntad de ruptura. Estos días decía Jordi Xuclà: "Cuando escucho a Borrell pienso que aún hay un gobierno del PP". Sin duda, estas palabras nos dan la razón, es una buena noticia.
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