Cruda y triste realidad por la que viene atravesando en los últimos tiempos el campo de la comunidad autónoma de Galicia, teniendo en cuenta que las aldeas de dicha comunidad se están viendo desérticas o deshabitadas ante la falta de gente interesada en la explotación agrícola y ganadera, y la falta de apoyo y revalorización de los productos caseros por parte de la Administración, producidos por los propios agricultores. Siendo en numerosos casos mayores los esfuerzos que los beneficios generados, lo que obliga a mucha gente a abandonar las tierras o el campo cambiando el mismo por la ciudad.

Si además tenemos en cuenta un dicho popular que dice Que las historias se repiten, tal vez a la gente se le dé algún día por volver de nuevo con las ideas renovadas. No cabe duda que la diferencia de las condiciones de vida, de vivir en el campo a vivir en la ciudad, es notoria. No obstante, la tranquilidad que nos da vivir en el pueblo o en el campo no nos la da vivir en la ciudad, si además se tiene en cuenta que tiene efectos secundarios. Dicho lo cual, de los hechos anteriormente expuestos y desde el actual estado de cosas, se desprende que el agro y el campo no atraviesan por uno de sus mejores momentos, al menos en Galicia, según mi punto de vista.