Si existiera un reconocimiento anual a la denuncia más innovadora, creo que entre las candidaturas aspirantes a llevarse el premio de este año debería estar la de Freda Jackson, una jubilada británica que, tras ahorrar durante un año, contrató en su país una estancia de dos semanas en un hotel de Benidorm en compañía de una amiga, produciéndose un encadenamiento de contratiempos e inconvenientes que le chafaron las vacaciones. Por lo visto, parece ser que la agencia de viajes no está por la labor de proceder a la devolución del importe solicitado (la totalidad de lo pagado) ni a costear un nuevo viaje a la señora, pues considera que las razones expuestas son insuficientes para ello.
Sin entrar a juzgar y valorar si debería ser atendida la demanda, lo de señalar como causa que el hotel estaba lleno de turistas españoles que les sacaban de los nervios debido a su grosería, sinceramente creo que lo desborda.
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