El cruce de acusaciones mutuas entre EEUU y Rusia sobre el incumplimiento de los términos del tratado de desarme nuclear firmado por Reagan y Gorbachov en 1987 ha terminado con la ruptura de dicho acuerdo por parte de ambas potencias, lo cual es una pésima noticia para el mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo. Los actuales misiles de largo alcance son capaces de llegar a su objetivo más lejano en cuestión de minutos, por lo que un simple fallo técnico que desate una falsa alarma de ataque -como el que estuvo a punto de provocar el estallido de una guerra mundial el 26 de septiembre de 1983, del que entonces nos libramos gracias a la muy humana intervención del coronel Petrov- podría tener ahora consecuencias apocalípticas.

Ante esta mera posibilidad, es absolutamente imprescindible que se reanude el diálogo, si es preciso con mediadores como por ejemplo la Unión Europea, y que se retorne a un acuerdo de desarme y no proliferación nuclear que aleje el muy real peligro de catástrofe atómica mundial.