Breve Presidente

Por rigor intelectual (en el dudoso supuesto de que sea un intelectual), no leeré el libro "sanchista", no soy su enemigo, en cuyo caso por evidente estrategia estaría obligado a su lectura, ni soy su simpatizante, por lo que carezco de querencia, aunque tampoco soy "antisanchista". Pero no resulta ético aprovechar su privilegiada atalaya para publicar un libro como presidente (cuyo título no es más que un pobre plagio de una idea que se remonta más allá de los tiempos de Viriato y que con palabras semejantes reza como lema de nuestro ínclito Camilo José Cela, en todo caso poco ha resistido), quizá si como ex vicepresidente, pero al convertirse de nuevo en candidato, su escasa cobertura ética queda desvestida. Para mayor escarnio, se vale de una "negra", debería decir negro, la cual ha sido previamente gratificada con una secretaría de estado. Pero beneficiarse y valerse de sus experiencias en el ejercicio del cargo más importante del Estado presupone incurrir en una revelación de secretos o cómo mínimo en una cierta ventaja, y por las reseñas de la prensa, una reprobable deslealtad, pues historia sus relaciones con otros líderes políticos a los que descalza subjetivamente, ya al margen de sus estrategias electorales, un futuro candidato que exhibe ese tipo de conductas, carece de ser digno de confianza. Y una seria advertencia: no se pueden dar todas las armas al enemigo descarado y luego llorar la derrota en otros pañuelos, ¡cuidado!, quien está quitando y poniendo presidentes no es el electorado, es el independentismo, antesala de la lacra del nacionalismo causante de millones de muertos durante el siglo XX.