Hace unos días me topé leyendo con una cita de Cecilia Meireles, poetisa brasileña del siglo XX, que decía:

"Hay personas que nos hablan y ni las escuchamos, hay personas que nos hieren y no dejan ni cicatriz, pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y nos marcan para siempre"

Esas personas que aparecen en un momento determinado, en cualquier situación de nuestras vidas, son las que realmente cambian la sociedad. Estas son las que respetan esos derechos inalienables inherentes al hombre. En una gran mayoría de nuestra sociedad, de nuestro planeta, estos derechos son negados a millones y millones de seres humanos. La rusa Alisa Zinóvievna Rosenbaum, de seudónimo Ayn Rand, decía que los derechos inalienables de las personas eran: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

No debemos olvidar nunca, que estos derechos no pueden ser legítimamente negados a las personas, ninguna potestad, ni régimen tiene capacidad para negarlos, ya que forman parte de esa esencia, insisto nadie tiene competencia para negarlos, pues son constitutivos de la naturaleza humana.

No permitamos que ni por ideologías radicales y fanatismos religiosos desaparezca nuestra libertad, que tanto costó a nuestros padres y abuelos conseguir. Una gran parte del tejido social está desencantado y ve el decaimiento de una sociedad que va perdiendo fuerza en los valores democráticos debido a esa falta de ilusión y lucha por mantener ese espíritu que siempre ha caracterizado a nuestra civilización occidental.

No olvidemos que la inclusión es la clave de nuestra supervivencia, pero ojo con la forma en que se hace, inclusión es inserción en nuestra cultura y no imposiciones de estas que nos pueden conducir a la pérdida de derechos y libertades. No apartemos de nuestras mentes, que la excesiva permisividad, favorece el resurgimiento de tiranías en diferentes colores.

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