En los colegios, uniformes diferenciales según género. Los catálogos de juguetes, quién será el médico y quién la limpiadora. ¿Institutos? Control mediante las aplicaciones tecnológicas de los adolescentes barones hacia sus parejas. En los hogares, violencia machista. ¿Mercado laboral? Techo de cristal bien grande.

Además de que desarrollando la misma actividad que un hombre, tener que dar el callo una media de 79 días más al año para percibir la misma retribución. ¿Deporte profesional? Cláusula en el contrato de que, en caso de embarazo, a la calle. ¿Publicidad? Sexista. Sirva como ejemplo el detergente para la ropa presentado por y para ellas. ¿Música? Llega con decir reguetón, ese más que cuestionable arte musical y sus humillantes letras machistas. ¿Política? Solo dos mujeres en la última cumbre del G-2O.

Y por supuesto, lo ya arraigado en concepto misógino: ablación de niñas africanas, tráfico de mujeres para obligarlas a prostituirse, lapidación por adulterio, burkas y demás glorificación para el género masculino.

¿Nada que reivindicar por parte de las mujeres? A ver cómo les explicamos el día de mañana a nuestras hijas pequeñas, el idílico mundo que les espera ahí fuera.

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