Pero ocurre que para algunos el dolor es algo pasado de moda. Tenemos de todo y vivimos bien. Y pocas veces nos paramos a pensar que no es cierto, que no todos vivimos bien, que hay muchas personas que pasan hambre, enfermedades, dificultades económicas, en todas las partes del mundo. Con la diferencia de que, en muchos lugares de África, por ejemplo, lo normal son las dificultades. Viven con ellas. La pandemia es otra cosa.

Y ante la situación actual aparece la humanidad de tantas gentes volcándose con los más necesitados. Es verdad que, en este caso, únicamente los sanitarios de todo tipo, porque a los demás no nos dejan salir de casa. Pero hay una sensibilidad, un descubrimiento. La gente sufre, también en Occidente, también la gente rica. Y por eso los periodistas nos ponen en primera fila las caras de las celebridades fallecidas o gravemente infectadas: parecía como que esas personas de otro nivel estaban a salvo de todo: políticos, empresarios, artistas?

Y la realidad es que estos desastres nos sirven a todos para estar en lo esencial. Cambian un poco las cosas, en general para bien, porque vemos con más claridad el sentido de la vida.