Hoy se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente para recordar la necesidad en que nos hallamos de preservar nuestro entorno natural de las agresiones a las que le sometemos y que revierten negativamente sobre nuestra propia vida y salud. Este año, en particular, hemos tenido ocasión de comprobar de un modo empírico las consecuencias de nuestra acción sobre la atmósfera: durante el obligado confinamiento por mor de la pandemia del Covid-19, las emisiones de CO2 se han reducido de forma tan drástica que el aire que respiramos, incluso en las ciudades, se ha purificado como nunca lo había hecho en muchos años. El descenso de producción en las fábricas y sobre todo la escasa circulación viaria de vehículos a motor han obrado ese "milagro" de descontaminación del que deberíamos tomar buena nota para el futuro inmediato. Habremos de preferir el transporte público al privado siempre que sea posible, caminar mejor que conducir por el interior de las ciudades, abandonar los combustibles fósiles y optar por las energías limpias, sustituir los coches a gasolina por los eléctricos, y todos saldremos ganando con el cambio.

Según cálculos científicos en Europa unas 800.000 personas al año mueren como consecuencia de afecciones derivadas de la contaminación atmosférica como enfermedades respiratorias y cardiovasculares o cánceres. Es decir, una cifra mucho más elevada que la provocada por el coronavirus y el tabaco juntos. ¿Por qué, entonces, no tomamos medidas urgentes para paliar esta especie de "epidemia silenciosa" que nos mata poco a poco y sin estridencias? Defender al medio ambiente es defenderse a sí mismo; pues el aire, el agua y la tierra que nos rodean no nos son ajenos, sino ingredientes fundamentales de nuestro propio ser. Bien lo sabían los antiguos cuando consideraban al ser humano una mezcla de los elementos de la naturaleza y un microcosmos o universo en pequeño; pero también de algún modo lo barruntaba Ortega y Gasset a principios del siglo XX cuando formuló su célebre frase: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo." Y así es: si no conservamos nuestro medio ambiente natural, tampoco nosotros, como especie y como civilización, sobreviviremos.

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