Palma

El día que estuvo más cerca de no poder más fue tras el parto de su tercera hija. "Nos dijeron que tenía pocas posibilidades de vivir; pero fue un instante, porque nunca me he resignado. No tiro la toalla".

-O sea que promueve la inconsciencia.

-Cuando buscas un camino diferente, te llamarán loco quienes no se cuestionan la inercia, pero sólo desde la consciencia se construye la calidad humana. Hay que ensanchar la brecha consciente.

-Seguro que le disgusta que lo llame autoayuda.

-Es sólo una cuestión de ubicación en librerías. No me preocupan las etiquetas, sino ser útil.

-¿Se puede estar gordo y ser feliz?

-Ja, ja. Son estados compatibles, pero mejor cuidarse un poco, para ser feliz más años.

-¿Tiene un don?

-No especialmente, pero los dones se trabajan. Articulo mensajes simples, pero no exentos de debates en profundidad. Son provocaciones, con las que pretendo hacer referencia a lo obvio que acaba siendo obviado.

-Tampoco me interesa ser demasiado feliz.

-Me parece estupendo, porque la felicidad no es un fin en sí mismo, sino un síntoma. Buscándola, nos perdemos a menudo las pequeñas y grandes alegrías. El cumplimiento y la responsabilidad me parecen superiores a ella.

-¿Hay un momento en que ya no se puede cambiar?

-Siempre hay opción de generar pequeños cambios. Me gusta el discurso de Viktor Frankl, cuando plantea que la última libertad es elegir nuestra actitud sea cual sea la circunstancia. Incluso en un campo de concentración.

-¿Se debe ser feliz con las desgracias ajenas?

-No, es un comportamiento de malas personas. No me cabe en la cabeza, es perverso y me entristece pensarlo. Vive y deja vivir.

-¿El equilibrio se le da mejor porque es catalán?

-No tiene nada que ver, en mi sangre hay ancestros de varios lugares de España. El equilibrio no es un lugar en el que instalarse, es una búsqueda.

-¿Cuándo grita?

-Sin entrar en la intimidad, no soy muy vehemente. Cuando juego con mis hijos o al baloncesto.

-¿Las personas tristes pueden hacernos felices o sólo consolarnos?

-También nos permiten compartir su tristeza. Nos abren las puertas a nuestra renacida fragilidad, que tenemos taponada. La tristeza nos hace humanos, hay que acercarse a ella de vez en cuando.

-¿Tenemos miedo?

-Siempre, no tener miedo es un mal síntoma. Hay que ver si tiene objeto o no, si es heredado o tóxico. Mi trabajo consiste en separar el grano de la paja, el temor que nos inhibe a la hora de preguntar o de reconocer las emociones.

-Es posible que al conocernos no nos gustemos.

-Es muy posible que atravesemos etapas así, pero la alternativa es pasarse la vida como si fueras un extraño para ti mismo. Conocerse es incómodo, pero necesario.

-¿Cuáles son los ingresos ideales para ser feliz?

-Dicen los expertos que 10.000 euros al año, pero no me lo creo. Por menos de 20.000, la cosa está muy ajustada. El dinero no da la felicidad pero, como decía Dalí, es el mejor de los sedantes.

-¿Dos millones de lectores son otras tantas vanidades?

-Poseo un ingrediente para no caer en la estupidez, que es la perplejidad permanente. No entiendo las cifras de ventas que he logrado, ese es mi don.