Aunque el juez Del Olmo los meta en la cárcel, el director de El Jueves y los autores de la pieza censurada le van a quedar eternamente agradecidos. En cambio la casa real o los príncipes de Asturias, si efectivamente se sintieron ofendidos con la sátira, que es muy dudoso, a esta hora se estarán cagando en el juez Del Olmo, que todos tenemos culo, como dicen que dijo Fraga.

Porque además del acto injuriante o, como dicen que dijo el juez, denigrante, es esencial para que haya ultraje que la cosa se conozca. Porque, cuanto más se extienda la especie ultrajante, más se denigra a la víctima de la injuria.

Si, por un suponer, los autores hubiesen realizado la ya mundialmente famosa portada, pero la hubiesen guardado, no habría ofensa. De donde se deduce que la difusión de la portada es, por lo menos, coesencial para que haya ultraje a nuestra sagrada institución monárquica. Esto, claro está, una vez que se hubiese decidido, sobre todo por parte de los aludidos, que el contenido es ofensivo.

Pues bien, el secuestro judicial de la revista, que se hace para impedir la difusión, presuntamente perniciosa, de la misma, no sólo ha sido un fracaso, porque mi amigo Valentín, que por cierto nunca compra El Jueves, pudo adquirirla bastantes horas después de la orden de secuestro, sino que ha contribuido eficazmente a la difusión de la portada por todo el mundo a la velocidad de la luz. A los pocos minutos del auto, seguro que muchos amigotes de los príncipes de Asturias, de las casas reales europeas, habrán llamado por teléfono, en un derroche de cachondeo, con el clásico: "Pues yo os veo muy bien, chicos". Y todo ello, sin duda, gracias en muy buena parte a la decisión y actuación del juez Del Olmo, que nunca será culpable de denigrar a los Príncipes ni a la corona, ¡Dios me libre!, pero que sí es, objetivamente, principal causante o, como dicen los letrados, cooperador necesario en la mayor difusión y repercusión de la sátira y, por tanto, del presunto ultraje. Summa jus, summa injuria.

En todo caso, todos los implicados pueden estar tranquilos porque, como siempre sucede en estas cosas, cuando el personal vea la portada dirá: "¡Ah, ¿era por esto? Vaya por Dios, ¡tanto ruido para tan pocas nueces!".

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