George A. Romero, Maestro del terror en Hollywood, su película ´La noche de los muertos vivientes´ es de las más vistas de la historia del cine

No creo que haya nadie que desconozca el nombre de George A. Romero, el cineasta estadounidense de culto que ostenta la paternidad del cine de terror. Ni tampoco su obra maestra: La noche de los muertos vivientes, el clásico por excelencia del escalofrío en Hollywood. Lo que muy pocos saben, sin embargo, es que la génesis del filme que millones de fans del gore veneran en todo el planeta y que es objeto de continuos homenajes -el último estos mismos días en el festival de Sitges- se fraguó en un piso de la coruñesa plaza de Ourense. En el edificio que alberga Radio Coruña. Ahí vivieron hasta su muerte dos de las tías paternas de George, que pasaban la mitad del año en Miami y la otra mitad en la ciudad herculina. Y de ahí salieron una parte de los 114 mil dólares que un principiante George A. Romero recaudó en 1968 entre su familia para poder rodar en Estados Unidos su ahora celebérrima ópera prima, The night of the living dead.

"Mi padre nació en La Coruña pero se lo llevaron a Cuba cuando tenía un año y después se fue a Nueva York. Creo que tengo todavía familia por ahí. En esa ciudad vivían dos tías mías, hermanas de mi padre, que podría decirse que fueron también productoras de mi primera película, porque me ayudaron a financiarla. La última, Pura Romero, se murió hace dos o tres años y está enterrada ahí", cuenta el indiscutible rey del terror en la gran pantalla, que reconoce que visitar la tierra de su padre es una asignatura pendiente que siempre se ha frustrado por una u otra razón.

Las tías coruñesas de Jorge Alejandro Romero -el nombre original de George A. Romero- hicieron algo más que colaborar a financiar su estelar entrada en Hollywood: contaban al pequeño Jorge Alejandro al sol de Miami fantasmagóricas leyendas de almas en pena que recorrían los caminos de su lejana y brumosa tierra gallega. La Santa Compaña tiene mucho que ver con los zombies de La noche de los muertos vivientes. "Esas leyendas están en mi subconsciente, no puedo negarlo", reconoce el mítico director.

La estirpe de George A. Romero procede de la localidad de Neda y las huellas de esta saga exitosa en los negocios todavía son visibles en Ferrol, donde aún permanece en pie la majestuosa Casa Romero, el edificio modernista más célebre de la ciudad departamental. También en Camouco (Redes) se percibe su rastro en una magnífica mansión de estilo indiano con más de 60 habitaciones. Los Romero fueron grandes comerciantes en Cuba, donde poseían los grandes almacenes más conocidos de La Habana. La llegada de Fidel les encaminó como a tantas otras familias de fortuna hacia los Estados Unidos, donde nació Jorge Alejandro.

Los Romero mantienen todavía presencia en Galicia, aunque no en una línea directa. Paradójicamente, un pariente de George A. Romero tiene mucho que ver con el cine en Galicia: Guillermo Escrigas Romero, actual director del CGAI en A Coruña. "Tenemos los mismos tatarabuelos. A George lo vi sólo una vez, en Madrid, fue algo muy fugaz. Pero conservo una copia de La noche de los muertos vivientes que me envió a través de sus tías coruñesas"

El boom conseguido por George A. Romero con su película de financiación familiar fue de los más sonados de la historia del cine. Se gastó poco más de cien mil dólares y recaudó 42 millones. Sus zombies han sido copiados hasta la saciedad y su nombre es reverenciado en todos los festivales de cine fantástico. Pero el padre del terror está decepcionado de lo que se ve ahora en las pantallas: "No veo puro terror con vida subterránea. En la fantasía? eso es otra cosa. Me encanta el trabajo de Guillermo del Toro".

Quizás sea que en el oficio de meter miedo haya ahora mucho intruso. Un tocayo de George A. Romero le ha robado todo el protagonismo en los últimos tiempos. "Creo que la Administración Bush ha sido un engorro, pero no tengo mucha confianza en que la siguiente sea demasiado distinta". George A. Romero es un peso pesado del cine y nunca ha pisado su tierra de origen. Alguien debería invitarlo.