-No para: su fundación, la SGAE, la RAE, guiones, libros...

-Sí, un lío tremendo; me fui metiendo sin darme cuenta y ahora ya no tengo ni edad ni salud.

-¿De salud cómo va?

-Bien, pero ando cojo desde que hace dos años me caí y me rompí la cadera. Me quedé echo un asco.

-Y, ahora, este libro, Palabra de cine, el mismo tema de su discurso de entrada en la RAE.

-El discurso era un resumen de este libro -el cine en nuestro lenguaje- pero la Academia me pidió que aplazase su publicación.

-¿Llevó a la RAE el landismo y lo berlanguiano?

-Lo intento colar en el Diccionario pero no sé si lo conseguiré.

-¿El cine está en el lenguaje?

-Recurrimos a él muchas veces, de forma consciente o de forma automática, sea un adjetivo, una frase o el título de una película. De alguien que destacó, ya no es nadie y cayó en el olvido decimos que es 'un juguete roto', como la película de Manuel Summers. O Asignatura pendiente, o Bienvenido, Mister Marshall. Javier Marías escribía hace unos días del abuso que se hace: 'nadie es perfecto', 'siempre nos quedará París' o cosas de esas.

-'No te enrolles, Charles Boyer' o 'La cagaste, Burt Lancaster'.

-Esos a mí me gustan mucho porque son una invención anónima y popular. O 'pintas menos que Grace Kelly en un andamio'.

-Charlotín y Bambi.

-A Felipe González también le llamaban Pinocho.

-¿La 'rebeca' es cursi?

-Viene de Rebeca, de Hitchcock; a la gente le dio por llamar así a las chaquetas. En España, porque en Francia no saben qué es.

-Bocata, cubata, segurata... ¿también vienen del cine?

-Según Alfonso Sastre, viene del lenguaje carcelario y ya en el siglo se utilizaba pero cayó en el olvido, hasta que se impuso en las coproducciones con Italia de los años cincuenta. Los españoles decían: 'es la hora del bocata', como para italianizar el bocadillo, aunque en realidad dicen panini. Y de ahí salieron cubata o segurata.

-¿Siente ganas de hacer cine?

-Después de la caída ando malamente y el cine, en primer lugar, es esfuerzo físico. Siempre se cita a John Huston, que hizo una de sus mejores películas, la última, Los muertos, en silla de ruedas y con una bombona de oxígeno, pero era John Huston, yo no tengo ganas de pasarlo mal. A parte, ha sido dejar el cine y caerme la Academia de la Lengua, la de San Fernando, artículos, libros de cuentos. Realmente, vivía más descansado cuando rodaba.

-¿Escribe mucho?

-Guiones, ya no; ahora, hago cuentos. Como los que publiqué en los últimos años han tenido cierto éxito y tengo agente literario, me empujan a que escriba más.

-Cada año, un libro.

-Por lo menos. Eso ya me tiene un poco agotado, tengo 80 años.

-Tenía un guión con Azcona.

-Está en el cajón, con alguno más. En el cine, de cada diez proyectos, salen dos. Un día los publicaré para quien tenga curiosidad.

-¿Cuál es su película favorita?

-Ni película, ni cuentos ni nada. Cuando acabo algo me desentiendo y pretendo olvidarlo porque lo que quería era hacerlo y, una vez que me di el capricho, pues que la película o el cuento corra su suerte.

-De su segunda película, Crimen de doble filo, dijo: 'no es un hitchcock pero no está mal'.

-Era un encargo y yo pedí que se le diera una vuelta al guión pero se le debían haber dado más; fue reconocida por los críticos pero no la considero mía.

-Furtivos fue la más comercial.

-Fue la más comercial porque resultó comercial. Cuando la estábamos haciendo, el director de fotografía, que era Luis Cuadrado, me dijo : '¿pero tú te das cuenta de los que estamos haciendo? Va a ser un desastre, la va a prohibir la censura, haces de actor, no se sabe si hubo incesto o no...'. 'Mira, José Luis, no me agobies porque todo eso ya lo había pensado antes de meterme en esto'. Yo pensaba que se iba a hacer contra viento y marea pero no que iba a dar resultado económico. Y el resto del equipo pensaba lo mismo, pero nos equivocamos. Lo mismo que está pasando con este libro: ya va por la segunda edición.

-¿La tentación de Hollywood?

-No fue tentación, me empujaron. Fue Barbara Probst Solomon, que había visto La Sabina y le había gustado. A mí no me apetecía, pero rodé Río abajo. Ahora la están explotando en DVD en Estados Unidos y en la carátula pone que le dieron varios premios, no lo sabía. Lo pasé muy mal, tuve muchos problemas, falló el productor americano, tuve que poner yo el dinero...

-Siempre tuvo problemas con los productores.

-Todos. Yo con los productores nunca quise saber nada porque después de mis dos primeras películas, que eran de encargo, dije que ya estaba bien porque no me iban a encargar nada que me interesara y no entendían mis guiones. Cuando fuimos Jaime de Armiñán y yo a contarle a un productor Mi querida señorita, dijo dándoselas de listo: 'ya, una nueva versión de La tía de Carlos'. A partir de ahí traté de producirlas yo, aunque no tenía ni dinero ni talento para eso, pero por lo menos no daba explicaciones.

-¿Perdió mucho dinero?

-Con el cine gané mucho dinero, con Furtivos y con Mi querida señorita, aunque luego lo fui perdiendo con las otras películas. Con Río abajo, no perdí dinero, sino el dinero que me costó el dinero.

-¿Consiguió tener una casa en el bosque con una filmoteca para usted solo?

-No, eso sólo lo logró Salinger.

-¿Qué incluiría?

-Todas las películas que me gustaron y llevo grabadas en el corazón: Pasión de los fuertes, de John Ford; El apartamento o Encadenados.

-Una de sus frustraciones es no haber conocido a John Ford.

-Más que una frustración fue una estupidez, porque a Hitchcock llegué a conocerlo, aunque brevísimamente. Cuando yo estaba en Los Ángeles le dieron un homenaje a Ford y me apunté pero cometí el pecado de no ir y de acudir a cenar con un matrimonio de amigos a un restaurante español. Pidieron gazpacho ¡y estaba hecho con ketchup! Fue una estupidez mayúscula de la que no me consuelo.

-Y a Buñuel le compraba cajetillas de Gitanes, por lo visto.

-Se había acostumbrado al Gitanes en Francia y como en México no se vendían se los compraba yo en un estanco muy distinguido de Los Ángeles y se los mandaba.

-A pesar de las dificultades que tuvo para rodar, hoy es reconocido como un maestro.

-Yo esas cosas no me las creo mucho. De vez en cuando me dan algún premio, y lo agradezco, pero... todo lo humano es tan efímero y la vida da tantas vueltas...

-¿Cómo está el cine español?

-Yo lo veo bastante bien, en contra de lo que se suele repetir. Hacer tres o cuatro películas buenas al año es ya una hazaña, pero aquí queremos que todas sean buenas. Este año, además, algunas han sido comerciales. Hay gente joven estupenda, y actores muy bien formados.

-¿Y los guionistas?

-Eso es otra cosa. Eso es una falta universal. Todas las cinematografías, empezando por la americana, tienen problemas. Es muy difícil encontrar un buen guionista, por una razón muy sencilla: el que escribe muy bien acaba haciendo literatura y los que escriben mal a menudo se refugian en el cine. Un guionista, si es bueno, es un escritor de cuerpo entero. En Hollywood siempre fue muy difícil encontrar guionistas que supieran escribir muy bien y se plegaran a las exigencias -a veces disparatadas- de la industria. El problema de una película es siempre encontrar un guión.