Los vecinos de Santo Adriano, un pequeño pueblo asturiano, alertaban hace unos días a la Fundación Oso de que Tola, una osa parda que ya ha alcanzado fama nacional, había salido de la cueva en la que llevaba seis meses hibernando y que se la había visto sola y sin osezno paseando por el monte de Fernanchín. El aviso sentó como un jarro de agua fría a los biólogos, que albergaban la esperanza de que Tola hubiera parido una cría. El fiasco fue mayúsculo.

Este ejemplar vive en semicautividad en el cercado, y en los últimos dos años se ha dejado montar en diversas ocasiones por Furaco, un plantígrado llegado desde el Parque de la Naturaleza de Cabárceno (Cantabria) para intentar la reproducción de las hermanas huérfanas Paca y Tola. La fundación, encargada del manejo de las osas, creyó en un principio que el hecho de que Tola abandonase la osera un mes después de lo común podía ser un indicio de que había una cría. Sin embargo, esta hipótesis se desechó a los pocos días.

"Nos hubiera gustado escribir otro final, pero la osa ha salido de su hibernación sin cría y podemos confirmar que no ha habido parto", admitió el director de la Fundación Oso, Carlos Zapico.

A pesar de este chasco, tanto Paca como Tola volverán a tener otra oportunidad para reproducirse ya que el plan de cría continúa y las osas volverán a compartir su periodo de celo con Furaco tras Semana Santa.

Hasta diecinueve veces compartieron algo más que alimento Tola y Furaco en Santo Adriano. La llegada del plantígrado en 2008 desde Cantabria y las montas que protagonizó con Tola en 2009 alimentaron la esperanza de que la osa quedase preñada. La capacidad de Furaco no se pone en duda porque el semen del animal se analizó en diversas ocasiones, verificándose que tiene muy buenas cualidades. Además, Furaco ya tiene descendencia en Cantabria.

En unos días, Tola, que ahora campa a sus anchas por el monte, regresará al cercado con su hermana y Furaco. Los encargados de su manejo confían en que la osa vuelva a aceptar el cortejo del plantígrado cántabro, aunque ya avisan de que "la naturaleza escribirá su propio guión". Pero lo cierto es que cada año que pasa corre en contra de la posibilidad de reproducción de las osas.

"Lo normal es que esta especie se empiece a reproducir entre su cuarto o quinto año de vida y a partir de aquí para cada dos años", explica Roberto García, cuidador de las dos hermanas. Pero Paca y Tola tienen 21 años.

Los vecinos y turistas, siempre atentos a lo que ocurre en el cercado de Santo Adriano, tienen sus propias teorías sobre qué sucede con los osos. "¡A Furaco se le ve con ganas de volver a intentarlo, pero a ver si a Tola se le va a pasar el arroz", comenta Ernesto Ruiz.

Como la mayoría de visitantes, a este vecino le preocupa que a sus 21 años, el emblemático ejemplar sea demasiado mayor para tener oseznos. La falta de intimidad y que el novio no sea asturiano son otros de los factores que achacan los turistas a la falta de descendencia de la conocida pareja de plantígrados.

Cuando Furaco llegó por primera vez al cercado, ni Tola ni Paca quisieron acercarse al ejemplar. Fue al año siguiente cuando Tola comenzó a dejarse cortejar, mientras que su hermana mantuvo su rechazo al oso cántabro. "Es que Paca va por libre", justifica con cierto humor el cuidador de los dos ejemplares.

Paca y Tola fueron entregadas al Fondo para la Protección de Animales Salvajes (Fapas) en 1989 tras quedarse huérfanas por culpa de un furtivo, que terminó con la vida de su madre. Desde entonces, la vida de las hermanas ha sido seguida con cariño por multitud de curiosos. Tras el periodo de hibernación, Tola, que ha perdido unos 30 kilos durante este tiempo -su peso habitual es de 176 kilos- reapareció hace unos días con un excelente apetito en el cercado. Furaco, por su parte, se mostró impasible, ante la presencia de su novia imposible.

A pesar de no haber sido madres todavía, tanto Paca como Tola se han convertido en dos símbolos vivos de la lucha contra el furtivismo. Los expertos aguardan que este año haya más suerte y surjan los oseznos. Para eso el apetito, pero el otro, debe brotar entre este singular trío de osos.