La cruz de San Andrés fue el último Premio Planeta del que se ocupó Rafael Borràs, director literario de la editorial. Persuadido de que sería bueno que el Planeta contase con un Nobel, le sugirió a Camilo José Cela concursar en 1994. Pero la operación no tuvo el éxito deseado. La cruz de San Andrés se vendió mucho menos que la novela finalista —El peso de las sombras, de Ángeles Caso—, 150.000 ejemplares frente a 240.000, y el Nobel fue acusado de plagio por la coruñesa Carmen Formoso, que también había concurrido al premio. Muerto Cela, ahora el editor José Manuel Lara Bosch tendrá que demostrar al juez que Planeta no facilitó una copia de la obra de Formoso a Cela para que la plagiase.

Borràs, viejo amigo de Cela, cuenta los entresijos de cómo convenció al escritor gallego para que optase al galardón en La razón frente al azar (Flor del viento), el tercer volumen de sus memorias.

–¿Por qué no te presentas al Premio Planeta?

Cela se quedó pensativo: –¿Te apetece otro café?

Finalmente, aceptó y se lo comunicó a su agente literaria, Carmen Balcells, que prefería colocar las obras del escritor en Seix Barral, aunque todo quedase en el grupo.

–Rafael, no sabes cómo me alegro de todo, porque Camilo vende cada día menos, dijo Balcells.

Cela no estaba en su mejor momento.

"Mal debe de andar la economía literaria, incluso entre los grandes, cuando se tiene que entrar en estos trapicheos y apaños. Calculo que es la primera vez que Camilo José Cela se presenta a un premio", comentó el escritor y periodista Francisco Candel, que recordó una de las frases lapidarias del Nobel: "Yo he hecho mío el lema de la casa Domecq: esta firma tiene como norma no concurrir a concursos ni exposiciones".

El jurado consideró La cruz de San Andrés merecedora del Premio Planeta 1994 y ese mismo año Vargas Llosa obtuvo el Cervantes:

–Rafael, ¿has visto qué injusticia? ¡Vargas Llosa, Premio Cervantes!

–Es una excelente noticia, Camilo. Han respetado el criterio de alternar autores españoles e hispanoamericanos; este año tocaba un ultramarino y el año próximo año es seguro para ti.

–Puede que tengas razón.

Algunas de estas conversaciones previas a la concesión del Planeta transcurrieron en El Espinar, la casa que Cela tenía en la provincia de Guadalajara, "ubicada en el centro de la nada", donde se había refugiado con Marina Castaño.

"Camilo vivía entonces en una casa más que aparente, en pleno despoblado: no sé si el Ayuntamiento le había regalado el terreno y algún constructor amigo le habría edificado la casa gratia et amore; en cualquier caso parecía que había recuperado los libros, los cuadros, las esculturas y algunos muebles que tenía en La Bonanova antes de su separación de Charo Conde. Pero si querías comprar cerillas tenías que desplazarte varios quilómetros".

En esa casa el editor lo convenció de que se presentase al premio. Cela iba a cumplir 78 años.

–¿Te das cuenta, Rafael, de lo viejo que soy?

–Camilo, recuerda que Rosa Chacel, que sigue en la brecha, cronológicamente podría ser tu madre.

–¡Anda, pues es verdad! Te invito a un café.

Tras fallarse el Planeta, Cela y Caso hicieron promoción de sus obras. El autor de La Colmena y de La familia de Pascual Duarte no podía creer que la joven escritora firmase más ejemplares de su obra que él de la suya y que, por tanto, vendiese más.

–Rafael, eso que dice la prensa son infundios; ayer, en Valencia, firmé más ejemplares que la Caso.

Rafael Borràs cuenta también cómo el hijo de Lara, Fernando, al margen de los 50 millones de pesetas que suponían el premio, había accedido a la petición de Cela de darle otros 50 a cuenta de los derechos de autor, algo que "difícilmente llevaban camino de cubrirse".

"Aquel fue el último año, al fin, que tuve que preocuparme del Premio Planeta, de los posibles ganadores, de los posibles finalistas de y de los posibles concursantes defraudados, pero mi relación con Camilo no se interrumpió. Cuando meses después me echaron de Planeta, el suyo fue uno de los primeros acuses de recibo que me llegaron", escribe Borràs. El despido, después de 24 años en Planeta, fue juzgado como improcedente y Cela, que no alcanzaba a explicárselo, se confesaba "lleno de estupor y de tristeza" por la noticia.

–Por cierto, Borràs, ¿por qué no habla del plagio en el libro?

–Yo salí de Planeta en marzo de 1995, el premio fue en octubre de 1994 y todo lo del presunto plagio se empezó a airear en 1998, cuando yo ya estaba muy desinteresado por todo lo que concernía a la editorial. No leí el libro de Formoso y no tengo elementos de juicio para opinar, pero me extraña mucho que una señora que se presenta a un premio no tenga la curiosidad de leer la obra ganadora y tarde tres años en hacerlo. Me parece todo disparatado, no entiendo nada. En ningún caso la editorial se hubiera prestado a facilitarle una obra que se presentaba al concurso.

–Pues van a juzgar a Lara.

–Confío en que se aclaren las cosas porque todo me parece un disparate al que no encuentro explicación lógica. Si esto se hizo a mi espalda, doy mi palabra de honor que no tengo conocimiento de nada. Es absurdo, si Cela hubiese necesitado ayuda la hubiera encontrado en su entorno, tenía miles de amigos escritores a los que recurrir, y no decirle a la editorial ´soy incapaz de escribir una novela, préstenme un negro´, y si lo plantea, la editorial se hubiera cogido un cabreo importante. No tiene ni pies ni cabeza.