El resultado de las elecciones generales próximas está tan cantado, que la derecha se ha saltado ya la precampaña y la campaña electoral y lo que está discutiendo en realidad es la formación de Gobierno. Por eso el PP, en su convención de Málaga, que teóricamente era para concretar un programa electoral, pasó muchísimo de programa y lo que hizo fue una presentación de candidatos, ante Rajoy, para ocupar los puestos principales en el futuro Ejecutivo y aledaños. Eso en la sala y desde la tribuna porque, en los pasillos, se daba un paso más y todo el mundo se dedicaba a las quinielas, presiones, conspiraciones, acercamientos, descartes y "como va lo mío", tan propios de los días de investidura. Se escribía así la crónica de una aplastante victoria anunciada.

Oradores y oradoras se dedicaron a poner en valor sus saberes o los de sus patrocinados, muy conscientes de que, si bien el saber no ocupa lugar, como dice el proverbio, sí puede servir para ocupar un puesto. Sin duda, destacó en este concurso-oposición el ínclito Federico Trillo, que trató de catapultarse hacia las instancias más altas del foro, poniendo de manifiesto que ese es el corral donde mejor se menea. Y vaya si se menea este señor en el foro, tanto para eludirlo como para manejarlo. Hay saberes y saberes y Don Federico dejó claro que él los domina todos: los técnicos, los demagógicos y, sobre todo, esos saberes y conocimientos subterráneos de las viejas relaciones e implicaciones que tienen cogidos a tantos por lo huevos. Los mismos saberes y habilidades que le sirvieron para sobrevolar el Yakovlev 42, tomar Perejil o pergeñar estrategias jurídicas que sacaron tantas castañas del fuego como metieron. Todo un valor Don Federico. Y este solo es un ejemplo, aunque bien significativo.

Ya sabemos, pues, quien nos va a gobernar y, aunque sin saber con qué programa concreto, si sabemos cómo: con mayoría aplastante, sin compromisos con los electores y con mucho más palo que zanahoria. Para este viaje, sobran las alforjas de estas elecciones, que solo nos servirán de algo si las utilizamos para plantar la semilla de la regeneración de la democracia y de la política, aunque no sea para hoy mismo. Lo otro está cantado.