-¿El papel del filósofo hoy?

-Estar de guardia y sacar a la luz argumentos y opiniones de la sociedad que no suelen ser sometidos a la crítica porque se consideran cosas obvias o indiscutibles.

-¿Desvelar, poner el dedo en la llaga?

-Sí, está muy bien formulado. Llamar la atención sobre aquellos presupuestos que están profundamente arraigados en la sociedad y merecen ser puestos en duda como los tópicos, los lugares comunes o aquellas cosas de las que no hablamos y damos por descontadas.

-¿Por ejemplo?

-La idea de progreso: la idea de que la sociedad mejora con el tiempo estaba profundamente inscrita en nuestro imaginario colectivo.

-Pero se ha quebrado.

-Hace unos años, se daba por descontado que un hijo progresaría y podría hacer frente a una hipoteca porque ascendería en el trabajo y ganaría más. Esa idea de progreso en la vida individual y colectiva ahora se ha quebrado por completo. También atribuir al humano una dignidad negada al animal ya no es tan evidente hoy. Qué es eso de divertirse a costa del sufrimiento de un animal. Los filósofos tienen que cuestionar ese tipo de obviedades. O la autoridad de la tradición, un argumento que funcionó durante generaciones y generaciones.

-¿Y la crítica al poder?

-El filósofo ha de cuestionar todo el poder: el poder patriarcal, el poder familiar, el poder político... El filósofo, más que dedicarse a criticar obsesivamente el poder, tiene que ser radical. Radical en el sentido de ir a la raíz de los problemas. Y en ese ir a la raíz en un momento determinado puede chocar con el poder o puede que no. No doy por descontado una actitud iconoclasta, juvenilista, sesentayochista barata... A lo mejor esa radicalidad te lleva a afirmar cosas que algunos pueden tildar de conservadoras. No se puede prejuzgar el resultado.

-¿Por qué sitúa a la Corona en un lugar "predemocrático"?

-No tiene razón de ser que se sustraiga a la Corona del control democrático que se aplica a otras instituciones. Hace unos años, la Casa Real planteó una concesión, hacer público su presupuesto global, sin entrar en las distintas partidas, y entonces se publicitó esto como un gran ejercicio de transparencia.

-La reina de Inglaterra dice hasta lo que gasta en peluquería.

-Hacer pública la asignación de la Casa y el sueldo del Rey es solo una parte del asunto.

-Ya, no se sabe nada de sus negocios ni de sus herencias.

-Claro, no sabemos nada de su patrimonio, cosa que es fundamental. ¿Cuál es la fortuna personal del Rey? ¿Se ha incrementado durante su reinado? ¿Se podría reconstruir aunque sea en la comisión parlamentaria de secretos oficiales? ¿Cómo ha obtenido esta fortuna? Yo he llegado a escuchar en tertulias, en boca de gentes que decían defender al Rey: 'es posible que el Rey sea un comisionista, ¿y qué?'. Que el Rey, el jefe del Estado, pudiera ser un comisionista no es un asunto banal. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso está en cuestión la monarquía británica por el hecho de que los ciudadanos británicos sepan al detalle todo lo que se gasta la reina? Conocen todo su patrimonio, saben que es una de las mayores fortunas de Europa y no pasa nada.

-¿Es ejemplar tener cuentas en Suiza?

-No suena a ejemplar porque asociamos Suiza a paraíso fiscal y evasión de capitales. Hay quien lo justifica porque (el Rey) vivió algún tiempo allí pero ese no es el problema, la cuestión es que se sepa que tiene una cuenta en Suiza. Si es una cuenta legal, que la tenga. En todo caso, es preciso que haya un control político y democrático de la institución. La Corona se ha equivocado severamente jugueteando con este asunto. Se ha demorado demasiado tiempo, nos hemos pasado treinta años sin el más mínimo control y las veces que se ha intentando fue con el freno de mano puesto, tratando por todos los medios de ir acallando, de que pasara la tormenta: ir soltando lastre pero sin plantearse una regeneración.

-Y la corrupción, mientras, campa entre los recortes.

-La convivencia se está tensando de una manera extraordinaria.

-¿Ve venir un estallido social?

-Pensar el estallido social bajo el modelo de los estallidos europeos de entreguerras no tiene sentido, probablemente adquieran formas distintas y no tengan nada que ver con que la gente salga a la calle a romper el mobiliario urbano o a incendiar bancos. Adoptarán formas que no imaginamos, quizá individuales, del mismo modo que el 15-M adoptó formas que nadie pensaba. Pero, con independencia de que esto desemboque en un incendio social, la quiebra del vínculo de confianza entre los representantes y los representados es de una magnitud enorme. Y sin recambio.