Animó el mundo cultural y político de la Galicia de los años veinte. El nombre de Luis Huici aparece asociado a la vanguardia de aquella época junto a figuras de las artes plásticas como Fernández Mazas, Cebreiro, Castelao, Seoane o Maside. Pintor, dibujante, grabador, y escritor, fue sastre de profesión e impuso el llamado corte Huici. Destacó sobre todo como ilustrador. Sus dibujos de línea clara y sus grabados en la estela del ultraísmo, el movimiento imperante entonces, ilustraron las revistas culturales gallegas más importantes de la preguerra, desde Alfar a su antecedente Vida, ambas editadas en A Coruña, pasando por Galicia, Luz o el diario ourensano La Zarpa. Huici, también articulista, militó en las filas republicanas y del autonomismo gallego y concurrió a las elecciones en representación de Izquierda Republicana. Esa alineación política fue su condena y, nada más empezar la Guerra Civil, fue perseguido y torturado hasta la muerte. Su cadáver apareció en Pastoriza.

Huici había llegado a la ciudad de A Coruña en los albores de 1920. Zaragozano de nacimiento e hijo de un farmacéutico gallego y de madre asturiana, aprendió el oficio de sastre en Oviedo, a donde se había ido a vivir con su madre a la muerte de su progenitor. En A Coruña empezó a trabajar como sastre asociado a Freire y más tarde a Feal, antes de independizarse y montar su propia sastrería en un piso del edificio Pastor, del Cantón Pequeño.

Extendió sus actividades a Ourense, donde no solo se convirtió en el sastre de la burguesía culta de la capital, poniendo de moda lo que se llamó el corte Huici -anchos hombros y chalecos cruzados- sino que se integró en la vida cultural ourensana. Participó en las tertulias artístico literarias donde pontificaba Eugenio Montes y se codeó con el pintor Cándido Sánchez Mazas.

En A Coruña fue redactor del periódico El Noroeste y formó parte de las tertulias más significadas. Frecuentó la peña del café Marineda, a la que acudían personalidades del republicanismo coruñés como Santiago Casares Quiroga y del galleguismo, como Antón Vilar Ponte, o periodistas como José Pan de Soraluce.

También fue asiduo contertulio de La Peña, el café de la calle Real frecuentado por el escritor Julio Rodríguez Yordi, el pintor Brocos, el escultor Bonome, el arquitecto González Villar, el dibujante Cebreiro o el poeta y agitador cultural uruguayo Julio J. Casal.

Huici fundó el primer cine club de A Coruña, que hizo posible en la ciudad la primera proyección de las películas de Einsentein. Estuvo al frente de la asociación española de Amigos de las Artes Nuevas, creada en 1936, y fue miembro de la directiva de Germinal, el ateneo libertario coruñés.

Participó en el mitin a favor del Estatuto de Autonomía de Galicia que tuvo lugar en el Teatro Rosalía Castro el 7 de junio de 1937, donde intervino en representación de Izquierda Republicana. Fue una de sus últimas apariciones públicas. Poco después, el sastre artista caería en manos de los sublevados, que, tras matarlo, dejaron su cadáver, junto a otros tres, en una cuneta en las afueras de la ciudad a la que había venido con todo el ímpetu creador en la época dorada de las vanguardias artísticas, en las que el nombre de Huici, aunque injustamente olvidado, ha quedado inscrito para siempre.