Felipe Benítez Reyes (Rota, 1960) ha publicado a lo largo de su prolífica carrera como literato trece poemarios, catorce novelas y colecciones de cuentos y ocho ensayos, además de obras de teatro y traducciones. Hoy habla acerca de su trayectoria a las 18.30 en el Salón de Actos de la UNED, en un acto organizado por el Centro de Formación e Recursos da Coruña.

-¿Cuál fue su primera obra literaria, ya que parece que no publicó un poemario con 12 años, como circula por internet?

-Efectivamente, eso de que publiqué un libro con 12 años es un bulo muy amable. A esa edad escribía letras de canciones en inglés, porque tocaba la guitarra en un grupo de rock, y una docena de páginas de una novela que no logré terminar.

-¿Qué se expresa mejor con la poesía, qué con la novela, qué con el ensayo?

-Supongo que con la poesía los movimientos de la conciencia. Con la novela, el adentramiento en los ámbitos de la ficción. Con el ensayo, la clarificación de ideas.

-Muchos escritores, sobre todo de obras de consumo, se fijan un número de palabras que escribir todos los días. ¿Cómo es su proceso creativo?

-Depende. Metódicamente caótico, digamos. Tengo periodos de vacío, y también tengo rachas de compulsión. Los poemas salen cuando salen. Las novelas hay que empujarlas.

-Ha dicho que el humor es una especie de disfraz. ¿En qué sentido?

-El humor no lo entiendo como un método para hacer reír, sino como una especie de diapasón del pensamiento. Es un punto de vista. La realidad admite poca solemnidad. Hay que llevarla a una temperatura intermedia entre lo cómico, lo terrible, lo absurdo y lo prodigioso.

-Ha sido muy galardonado. ¿Eso hace que considere su propia obra como más importante?

-No. Los premios no son medallas, sino heridas de guerra. Suelen venirles bien a los libros como factor de promoción, pero para el autor los premios no pueden significar nada.

-¿Escribiría usted si no pudiera vivir de ello?

-Mucho me temo que escribiría incluso si me costase dinero. Supongo que, por costumbre, la escritura se ha convertido en mi método de pensamiento, hasta el punto de que solo veo las cosas más o menos claras, o convenientemente oscuras, cuando las pongo por escrito.

-Entonces, ¿hoy en día le resulta más fácil expresarse por escrito que mediante la palabra oral?

-Me temo que sí. Al fin y al cabo, la forma natural de expresión de un escritor es la escritura. Es decir, su forma natural de expresión es la forma artificial.

-¿Cree que ahora leemos menos que antes?

-Creo que hoy se lee más que en cualquier periodo histórico. Nunca ha habido una época olímpica en que la gente se pasaba el día leyendo. Eso es una leyenda demasiado optimista.

-¿Pero leemos literatura de peor calidad?

-Supongo que se lee de todo. La subliteratura siempre ha existido, y cumple una función más o menos concreta entre un público más o menos inconcreto.

-Hace poco escribía: "¿En qué estante colocan 50 sombras de Grey

-No puedo opinar porque no lo he leído. Pero imagino que se trata de uno de esos fenómenos de temporada. Cada cierto tiempo, una novela se convierte en un fenómeno menos literario que sociológico. Va por rachas: una novela histórica sobre los templarios, una novela de asunto esotérico, una novela policiaca? Hay variedad.

-¿Cree que es necesaria la literatura de evasión?

-Bueno, la gran literatura siempre es literatura de evasión, en el sentido de que te traslada a un ámbito extraño que, sin embargo, adoptas como propio. La gran literatura siempre nos lleva a un sitio distinto al que en realidad estamos. Esa es su magia.

-¿Qué opina del tratamiento del lenguaje en la España actual?

-Habrá de todo, espero. Por lo que dicen algunos profesores, el asunto va a peor. Pero no me atrevería a ponerme apocalíptico.