Marciano Sánchez Bayle (Plasencia, Cáceres, 1949), portavoz de las Asociaciones de Defensa de la Sanidad Pública, fue pediatra durante 37 años en el hospital madrileño del Niño Jesús. La consejería de Sanidad le impuso la jubilación forzosa, tras haber liderado la marea blanca contra la privatización hospitalaria.

-¿Las elecciones han reivindicado a la marea blanca

-En parte, sí, porque la mayoría de organizaciones que han crecido planteaban la defensa de la sanidad pública. En la comunidad de Madrid esperaba otro resultado, pero es lo que hay y tenemos que ser respetuosos.

-¿Su jubilación fue una purga?

-Me parece bastante claro. A otras personas en mi situación y con menos méritos les prorrogaron su ciclo laboral. En cambio, yo molestaba.

-¿Fue algo personal?

-No buscaban reprimirme a mí, no son tan tontos de pensar que así me callarían. Era un aviso para los demás, 'si haces lo que no nos gusta?'.

-¿El gobierno de Cifuentes le devolverá su plaza?

-Tienen la oportunidad, basta que se retiren del contencioso que he puesto. No es probable, porque será más de lo mismo solo que un poco más simpáticos. Los horizontes de la política del PP son siempre idénticos.

-¿La sanidad privada antepone el negocio a la salud?

-La sanidad privada no existe, hay un sector de provisión sanitaria que antepone los intereses económicos al derecho a la salud. Es perfectamente entendible que sus empresarios quieran obtener beneficios.

-¿Los recortes matan?

-Así es, y hay mucha literatura al respecto, pero son muertes invisibles, a las que cuesta asignar esa causa.

-Es difícil de entender que todo el que llega a España tenga sanidad gratuita vitalicia.

-No es exactamente así, pero hay razones económicas y de salud pública, por no hablar de las humanitarias, que aconsejaban atender al senegalés Alpha Pam, muerto en Mallorca por no tratarle una tuberculosis de la que contagió a otras personas.

-¿En qué punto no nos lo podemos permitir?

-El problema es la utilización inadecuada de recursos, la multiplicación de pruebas sin evidencia de que mejoren. Un capítulo del libro colectivo en que he participado se titula Más actuaciones sanitarias no significa más salud. Con racionalidad, nos podemos permitir la atención a todos.

-Los bioéticos discuten si la Sanidad puede financiarse haciendo que los ricos paguen, por ejemplo por saltarse las listas de espera.

-Eso es muy negativo, porque crea una gran desigualdad y una dualidad de servicios. Olof Palme decía que 'un servicio para pobres es siempre un pobre servicio'.

-Consulta gratuita, ¿hay que vacunarse?

-Hay muchísimas vacunas, pero el calendario infantil DTP ha probado su eficiencia con efectos secundarios mínimos. La vacunación es uno de los grandes avances de la humanidad, que ha permitido la práctica erradicación de la viruela y la polio.

-Señor pediatra, ¿los políticos son como niños?

-En que a veces tienen rabietas, pero una de las ventajas de los niños es que raramente te engañan, son francos y sin dobleces.

-¿Cómo se consigue que respetables doctores abucheen a Rajoy en su coche oficial?

-Trabajando y explicando, pero sobre todo lo conseguían los gobernantes con sus barbaridades. Cada vez que el consejero de sanidad Fernández Lasquetty salía por televisión, volvía a subir la protesta. Han echado gasolina al fuego, con mucha prepotencia y poco sentido común, además de mostrar su desconocimiento del mundo sanitario. Se aferraron a un empecinamiento absurdo, ni sus votantes entendían sus medidas privatizadoras.

-¿Llamarse Marciano imprime carácter?

-Fue un poquito duro en la infancia, hoy tiene la ventaja de que la gente lo recuerda. Viene de mi padre, pero mis hijos no lo han heredado.

-¿Qué ha aprendido sobre la movilización?

-Impulsar la marea blanca ha consistido en conciliar opiniones diversas porque, en este país, la gente se entretiene pegándose entre quienes son más afines. Es aquel refrán De mis amigos líbreme Dios, que de mis enemigos me guardo yo. No sé si solo en España cuesta cerrar acuerdos cuando no te separan diferencias sustanciales. Se observa ahora en los pactos poselectorales.

-¿Qué le decían sus pacientes?

-Me felicitaban y me mostraban su apoyo. Es infrecuente, sentí que merecía la pena lo que estábamos haciendo.

-¿Es de natural protestón?

-Más bien no. Soy pacífico, un poco tímido.