El hallazgo hace unos días de seis obras inéditas de Picasso, dos de ellas subyacentes bajo otras pinturas de la etapa coruñesa del genio -una de ellas, la célebre Hombre con boina, 1895-, vuelve a poner el foco en una de las lagunas de la estancia del universal artista en esta ciudad.

Se creía que de su hermana Conchita, fallecida por difteria y enterrada con ocho años en una fosa común de San Amaro en 1895, hace justamente 120 años en este 2015, una tragedia que será un traumático legado en la obra y la personalidad de Picasso, no se conservaba más imagen que un par de pequeños dibujos a lápiz a muy temprana edad. El rostro de Conchita, el fantasma que acompañaría a Picasso como una cicatriz toda su vida, se ha desvanecido como sus restos, perdidos en una anónima fosa colectiva a la entrada del cementerio coruñés.

No es esto lo que opinan sin embargo los expertos del laboratorio de la Universidad Politécnica de Barcelona, que en 2011 descubrieron en un análisis con infrarrojos un óleo con el rostro de una niña pintado bajo otro cuadro que una familia de Málaga pretendía autentificar como un Picasso.

Los técnicos creen que el cuadro superficial no era de Picasso, sino que había sido repintado sobre otro que sí ofrecía asombrosos indicios. La paleta de pigmentos del óleo oculto, concluía el análisis, no dejaba lugar a dudas de que todos eran de finales del siglo XIX o muy al principio del siglo XX y que coincidían con los que Picasso utilizó en sus primeras pinturas en A Coruña. Este mismo laboratorio había trabajado en el análisis de los cuadros La primera comunión y La morfinómana -también llamado La espera o Margot-, los dos pertenecientes al Museo Picasso de Barcelona. La obra descubierta tiene un estilo semejante a La niña de los pies descalzos, pintada por Picasso en A Coruña en 1894, un año antes de la muerte de Conchita. El óleo, denominado La niña, es citado ya por Manuel Blasco, primo del pintor, en su obra Picasso insólito (1981), en la que se reproduce con la inscripción: "Cuadro seguramente de Pablito".

El óleo descubierto, que supuestamente desvelaría la imagen de Conchita más cercana al momento de su muerte, no habría sido pintado, según los expertos, por un Picasso de apenas 14 años, la edad que tenía cuando murió su hermana y su familia abandonó A Coruña. El profesor Sergio Ruiz Moreno, quien dirigió la investigación del cuadro, sostiene una fantástica hipótesis: dado que no existía ninguna fotografía de la niña, Picasso habría recreado el rostro de Conchita años después de la muerte de su hermana, partiendo de sus propios rasgos. "Hicimos la prueba de superponer una fotografía de Picasso con siete años al mismo tamaño del cuadro y cuál fue nuestra sorpresa al ver que prácticamente coincidían".

El complejo trabajo de análisis del cuadro fue recogido en el libo La niña, cronología de un estudio científico, publicado a principios de 2013. Los herederos de Picasso que detentan los derechos de autor del pintor no han autentificado el cuadro, una decisión que no ha zanjado sin embargo los interrogantes que despierta el estudio. El hecho de que el óleo hallado fuera repintado sobre otro que no era de Picasso dificulta notablemente una autentificación.

En estos últimos años han aparecido otras obras del genio ocultas bajo otras obras. Ocurrió en 2010, con Ciencia y caridad, una obra de 1897 que Picasso pintó sobre otra anterior dándole la vuelta al lienzo y en 2013 con Azoteas de Barcelona , pintada en 1903, que incluía en una capa inferior el retrato de una pareja.

"Quedan aún bastantes obras de Picasso que permanecen ocultas en colecciones privadas. En algunos casos los propietarios incluso desconocen que se trata de obras de Picasso" señala Enrique Mallen, catedrático de la Sam Houston State University en Texas y creador del Online Picasso Project. "Poco a poco estas obras van saliendo a la luz. A mí personalmente me han llegado noticias de varios retratos coruñeses que aún están en proceso de certificación por los herederos del artista", señala Mallen, una de las máximas autoridades mundiales en Picasso.

La muerte de Conchita tuvo un devastador efecto traumático en Picasso. Françoise Gillot y Marina Picasso, compañera y nieta del pintor, publicaron sendas biografías polémicas sobre el artista, centradas en su oscura relación con las mujeres. La tragedia y la autodestrucción sobrevuelan las convulsas vidas de las amantes de Picasso, desde Thérese Marie Walter a Jaqueline Roque, que se suicidaron. En ambas biografías, se mantiene que esa tormentosa relación con las mujeres se remonta a la traumática cicatriz dejada en el alma del pintor por la muerte de su hermana.

Según el biógrafo John Richardson, unos años después de la muerte del pintor, Jacqueline Roque, su última mujer, le confesó que Picasso se había sentido culpable, por lo menos una vez en su vida, de la suerte de una mujer. Aunque en este caso sin responsabilidad alguna: la muerte en A Coruña de su hermana Conchita.