La instantánea de un simple beso en la mejilla en pleno recital de Bruce Springsteen acompañada de una escueta cita -El Boss en Madrid. Mejor momento. Mejor compañía. Gran concierto- subida por la propia Marta Ortega a su cuenta de Instagram, ha vuelto a llevar a la hija pequeña de Amancio Ortega a las páginas de los principales diarios y revistas que, tras semanas de intensos rumores, se han lanzado a coronar a los nuevos príncipes de la moda española: la heredera del imperio Inditex y Carlos Torretta, hijo mayor del diseñador Roberto Torretta y agente en una de las mejores agencias de modelos del mundo.

A mediados de marzo, otra fotografía, en esta ocasión tomada por el prestigioso fotógrafo de moda Mario Sorrenti y publicada, también, en Instagram, había puesto ya el foco mediático sobre la joven. La instantánea mostraba a una insólita Marta, en primer plano y con los hombros y parte de la espalda al descubierto en una playa de Barbados. El italiano acompañaba la imagen con un mensaje en el que agradecía a la hija de Amancio Ortega "el gran viaje", y ella le respondía con tres "x" (el símbolo utilizado en las redes sociales para enviar besos).

Quienes conocen a la heredera de Inditex admiten que su proyección social es cada vez mayor, pero insisten en que no es algo buscado. Apelan a la discreción que siempre ha imperado en el entorno de Amancio Ortega. Una discreción que se rompió el 28 de marzo cuando el fundador de Inditex cumplió 80 años y su hija le organizó una fiesta sorpresa en la sede central del grupo, en Sabón (Arteixo). Durante la celebración, la plantilla dedicó a su jefe un flashmob, se proyectó un vídeo y se le entregó una tarta para que soplase las velas. El homenaje, gestionado de forma interna, salió a la luz en forma de vídeo. Las lágrimas del segundo hombre más rico del mundo se hicieron virales y Marta, artífice del momento, volvía a centrar todas las miradas.

Ajena al interés mediático que genera, la heredera de Inditex continúa centrada en sus tareas en la multinacional. Desde que terminó sus estudios de Empresariales en el European Business School de Londres, Marta ha seguido el plan diseñado por su padre para llegar al liderazgo de la compañía desde abajo. Por expreso deseo de Amancio Ortega, su hija trabajó como dependienta en una tienda de Bershka en la capital inglesa, aunque durante poco tiempo, debido al acoso de los paparazzi, ávidos por conseguir una instantánea de la joven, doblando camisetas, por la que se hubiesen pagado millones. También pasó por otros establecimientos de las firmas del grupo, en ciudades como Barcelona o Shanghái, y se ocupó de labores de administración y de aspectos financieros. En 2010, empezó a trabajar en la sede central de Sabón, en el departamento de tendencias de la sección Woman de Zara. Allí intenta pasar lo más desapercibida posible. No tiene despacho propio y, al igual que su padre, almuerza en el comedor con el resto de sus compañeros.

Hace justo un año, Marta Ortega entró a formar parte, como vocal, del patronato de la fundación que lleva el nombre de su padre, y en el que también figuran su madre, Flora Pérez, el presidente de Inditex, Pablo Isla, y otros dos altos ejecutivos de la compañía (Antonio Abril y José Arnau). La Fundación Amancio Ortega centra su actuación en el ámbito de la educación y la asistencia social. Cada año beca a cientos de estudiantes para cursar Bachillerato en EEUU y Canadá, y ha financiado, entre otros proyectos, la nueva sede del Instituto Padre Rubinos en A Coruña y varias guarderías de la red Galiña Azul. También ha destinado ingentes sumas de dinero para renovar los equipamientos contra el cáncer de hospitales y centros de salud del Sergas y del sistema público de salud andaluz. De hecho, antes de viajar a Madrid para ver a Springsteen, Marta y su madre se desplazaron a Andalucía para rubricar un convenio con Susana Díaz. La imagen del encuentro volvió a ser portada.