Su formación le permite conjugar las artes marciales con la pedagogía. Con más de 40 años de experiencia en el trato con niños, Joaquín Muñiz González, séptimo DAN en Tai-Jitsu, es el impulsor de un programa educativo para abordar la "prevención y resolución de conflictos" con alumnos de primero de la ESO, para lo que se apoyará en esta técnica de defensa personal de origen japonés. Pone el énfasis en tratar de evitar los peligros que entraña la calle para niños de 12 y 13 años que, asegura, "en muchos casos están por ahí y no conocen los riesgos que les rodean".

-¿Cómo puede un arte marcial evitar los conflictos? ¿No tiene miedo a que conocer algunas técnicas de defensa personal haga que los chavales se envalentonen ante una confrontación?

-Una de las principales señas de identidad del Tai-Jitsu es que se utiliza para la defensa personal. No tiene nada que ver con otras disciplinas que, al ser olímpicas, ponen el foco en la competición. Lo que intentaremos es crear una actitud de autoprotección.

-¿A qué se refiere con actitud?

-A que salgan a la calle sabiendo por dónde hay que mirar. Hoy en día los chicos están acostumbrados a salir con 13 años por ahí, con amigos, a veces hasta altas horas, y se enfrentan a un mundo totalmente desconocido para ellos. A lo mejor tienen a alguien trapicheando cerca y no son capaces de identificar ese riesgo porque, seguramente, con sus padres nunca hayan estado ante esa misma situación. Se trata de que estén alerta.

-¿Es esta la primera gran piedra angular?

-Hay estudios que demuestran que es uno mismo el que se convierte en víctima. Los ladrones o los cacos no te eligen porque sí. Es por tu forma de caminar, de actuar... Si vas con los cascos escuchando música, si vas despistado... Al final los delincuentes son como todo el mundo: intentar obtener el mayor rendimiento empleando el mínimo esfuerzo. Del mismo modo que el león no va detrás de la gacela más rápida, sino que busca a la que está herida; el atracador hace lo mismo.

-¿Considera que los chavales empiezan a tener autonomía a edades demasiado tempranas?

-Sí. Ahora empiezan a salir por ahí con 12 o 13 años, cuando antes lo hacían a los 15 o 16. Son tres años de diferencia que, a esas edades, se hacen un mundo. Creo que esta dinámica ha venido dada por el cambio al instituto, que antes se hacía a una edad más madura. Eso y que también faltan referentes. Hoy en día la mayoría de las familias tiene un hijo, o como mucho dos; y en algunas ocasiones se echa en falta la figura del hermano mayor que va marcando un poco el camino.

-¿Por eso enfocan esta iniciativa en los niños de primero de la ESO?

-Sí, básicamente este es el motivo. Llevo cuatro años barruntando esta propuesta. En un primer momento pensé en enfocarlo hacia chavales de segundo de Bachillerato, para afrontar el paso a la universidad; pero me pareció más adecuado hacerlo con los más jóvenes.

-¿Pretenden ocupar también ese puesto de "referente"?

-Creo que vamos a partir con una ventaja. Quien les va a dar la clase será una persona que es séptimo DAN en Tai-Jitsu, una referencia en las artes marciales. Con 12 y 13 años lo niños están en esa etapa en la que creen que sus padres no saben nada. Por ello, consideramos que en este sentido nos puedan hacer más caso a nosotros que, por ejemplo, a los consejos que les den en casa. Del mismo modo que también tenemos la esperanza de que nos escuchen a nosotros más que a los docentes, apoyándonos un poco en esta teoría que comento. Extrapolando el ejemplo, no es lo mismo que te diga tu madre que no corras con el coche a que te lo diga Fernando Alonso.

-Y lo que les va a inculcar es, básicamente, que traten de evitar el conflicto por todos los medios.

-Queremos que asimilen que el que corre no es un cobarde, sino inteligente. Vuelvo al ejemplo del león. El animal puede estar corriendo por toda la sabana persiguiendo una gacela. La caza, y cuando la empieza a comer aparecen siete hienas. ¿Qué hace el león? No les planta cara: Se levanta y se va. Eso tienen que asimilar.

-¿Lo ve muy complicado a esas edades?

-Por supuesto. Porque cuando a un niño de esa edad le insultan le parece lo más terrible del mundo. En ese instante le importan un pepino los ríos de España o las matemáticas. Le están insultando y es dramático aunque, evidentemente, con el paso de los años, relativizará esas situaciones. Pero bueno, ahí es donde creo que mi experiencia puede facilitarme la labor.

-Además de la violencia en las aulas, otro de los factores que atemoriza a las familias hoy en día es la violencia en las redes sociales. ¿Trabajarán sobre ello?

-No podría ser de otra manera. De hecho hay un apartado centrado exclusivamente en esto. Y no ya en el daño que las redes sociales pueden ocasionar en el presente, sino también que entiendan lo que les puede suponer de cara a un futuro laboral.