En los diez días que quedan para que el presidente del Gobierno y del PP comparezca ante los tribunales a fin de dar cuenta de la financiación ilegal y de la corrupción de su partido, es muy probable que, al igual que en días pasados, se hagan estallar vacuas polémicas, como las que estamos soportando estos días. Falsos debates públicos, obscenos y subidos de tono, destinados a hacer lo más borrosa posible la imagen de Mariano Rajoy en el banquillo de los testigos. Porque lo que ocupa y preocupa a tirios y troyanos es eso: la imagen, la foto, la visión pública de un presidente, del Gobierno y del partido, implicado e interrogado por la corrupción de la que, al menos, es responsable in eligendo et in vigilando, cuando no in tolerando et in tapando. La foto, en definitiva, es lo único que importa e inquieta, porque nadie da un duro por lo que el señor Rajoy pueda aportar o esclarecer y mucho menos por las responsabilidades que pudiera asumir. Sí será un espectáculo comprobar, de nuevo, la ya conocida capacidad de don Mariano para escurrir el bulto, salir por los cerros de Úbeda y moverse con pasmosa flexibilidad en ese terreno resbaladizo donde nada es verdad ni es mentira. También la comparecencia, el mismo día, del presidente del Senado ayuda algo a que unha perna tape a outra.

Salvo que los jueces pesquen al ilustre testigo en una mentira flagrante y así fuese denunciado, dos circunstancias prácticamente imposibles por la habilidad y el asesoramiento del uno y la natural prudencia de los otros, el presidente será eximido de cualquier responsabilidad penal. Al menos de momento, porque ya se han encargado de establecer un férreo cordón de seguridad los exministros que comparecieron y cantaron a coro la partitura del "no lo sé, no lo recuerdo, no me consta". La barrera de la responsabilidad penal ha sido establecida ya en los tesoreros que lo hacían y lo eran todo en el partido y que, ahora, por fas o por nefas, unos se irán de rositas y a otros les saldrá relativamente barata la fiesta

Lo de la responsabilidad política es otra cosa, pero eso quedará para más tarde: a medio o largo plazo. Y eso a don Mariano seguramente le importa ya muy poco, aunque al personal sí le afecte y mucho.