Con el editorial de ayer, LA OPINION presta de nuevo un gran servicio a la ciudadanía coruñesa, tratando de situar en primer plano el problema más grave, seguramente, que amenaza a los coruñeses de hoy y de mañana. A Coruña es la ciudad que más envejece de una Galicia que "se está transformando en un territorio de ancianos y que camina hacia el suicidio demográfico". Esta constatación es mucho más que una alerta o una alarma. LA OPINION la convierte en auténtico rebato, que viene a ser la convocatoria del vecindario a que se ponga manos a la obra para defenderse de un gravísimo peligro colectivo para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.

El cortoplacismo partidista debilita las defensas de nuestras instituciones y las incapacita para combatir problemas y males de fondo que se hacen crónicos en el tejido social. La alarma sobre nuestro mal demográfico hace tiempo que ha saltado en Galicia, pero la Xunta, los gobiernos municipales y, en general, nuestras instituciones han sido incapaces de desarrollar una estrategia terapéutica de fondo y largo alcance. Se han limitado a aplicar parches y placebos destinados a paliar los síntomas para acallar críticas y protestas, y no a enfrentarse realmente a una enfermedad, que requiere un complejo tratamiento polivalente a medio y largo plazo, lo que, al parecer, no les resulta electoral y políticamente rentable. Por eso LA OPINION acierta al reclamar "un diagnóstico más profundo y al exigir soluciones imaginativas y complejas pensando a largo plazo".

La ciudadanía gallega y, muy especialmente, el vecindario coruñés ha de tomar conciencia de la importancia y gravedad del problema para ejercer y organizar las presiones necesarias e imprescindibles sobre las autoridades, única forma de moverlas a un gran acuerdo político y social que vaya más allá de plazos e intereses electorales, partidistas y sectarios. El día que ningún partido político pueda comparecer ante su electorado y ante la opinión pública sin explicar cómo y qué hará para luchar contra nuestro envejecimiento colectivo, habremos dado el primer paso para asegurar nuestra salud demográfica. Por eso es tan interesante que el editorial suene a rebato.