-Catar está enfrentado a casi todos sus vecinos: Emiratos, Arabia Saudita, Bahreim y Egipto. ¿Cómo explicarlo?

-El bloqueo contra nuestro país fue un evento sorprendente. Los ciudadanos se levantaron una mañana con una crisis que opino que es injustificable.

-¿Qué pasó?

-El 24 de mayo, a la una de la madrugada, Catar sufrió un ciberataque que puso en boca del emir una serie de declaraciones que el país desmintió desde el primer momento. La CIA norteamericana demostró que tras aquel ciberataque estaban los intereses de los Emiratos Árabes. Desde el primer minuto se montó una campaña mediática feroz contra Catar; muy preparada y muy orquestada.

-¿El pecado de Catar son sus buenas relaciones con Irán?

-Son vecinos nuestros y a través de Irán nos están llegando ahora los suministros que necesitamos porque otros nos han cerrado las puertas. Pero nunca hemos tenido una relación especial con Irán, un país en el que durante algún tiempo no tuvimos ni embajador. Comerciamos 250 millones de dólares con Irán y 20.000 millones con los Emiratos.

-¿Qué ganan los países que decidieron el bloqueo a Catar?

-Hay razones estratégicas. El cambio de heredero en Arabia Saudí está detrás de algunas acciones. El antiguo heredero tenía una relación muy buena con Catar. Es una forma de desviar la atención ante el fracaso total de su política. El primer productor de petróleo del mundo tiene muchos pueblos sin agua y electricidad. Un país con zonas de miseria, con alta mortandad infantil, con cólera... algo increíble.

-Han pedido el cierre del canal Al Jazira.

-Es como si un país le exige a España que cierre RNE o al Reino Unido que clausure la BBC. Cuando estalló el enfrentamiento, Catar dijo desde el primer día que estaba dispuesto a sentarse y a hablar. Durante mes y medio Arabia Saudita, Egipto, Bahreim y los Emiratos Árabes ni siquiera se movieron. Los Estados Unidos les pidieron que plantearan cosas, que no se podía mantener así una crisis. Y entonces pusieron sobre la mesa trece exigencias que eran insultantes, imposibles de cumplir porque afectaban directamente a la propia soberanía de Catar. Nos quieren imponer hasta un cambio de emir.

-Les acusan de organizar y alentar el terrorismo.

-Y nos lo dice Arabia Saudita, lo cual es una gran paradoja. Arabia Saudita, que fue el país en el que se creó Al Qaeda, el país de los quince terroristas el 11-S. El terrorismo se genera en países sin libertad de prensa, sociedades cerradas en las que no se distribuye la riqueza. Y países con las cárceles llenas de intelectuales cuyo delito es reclamar un poco más de libertad.

-Las empresas occidentales hacen grandes negocios con estos países a cambio de mirar para otro lado.

-No puede haber negocio con países que no respetan los derechos humanos. Y esta debería ser una obligación de Europa.

-¿Catar está demasiado occidentalizado para la mentalidad general de la región?

-Somos un país pequeño que se quiere llevar bien con todos. Es el más moderno, sin duda, pero aquí no todo consiste en tener torres muy altas, hay que mostrar un poco de respeto a los derechos humanos. Egipto tiene 40.000 presos políticos, en los Emiratos Árabes un tuit en favor de Catar le puede costar a su autor una multa inmensa y lo que es peor, cinco años de cárcel. Catar no tiene un solo preso político.

-¿Se convirtieron en un estorbo?

-Está claro que no quieren que Catar juegue un rol importante en la región. Representamos un modelo que no gusta a Arabia Saudita, una sociedad donde se puede ver una película o donde las mujeres pueden conducir. Cosas tan simples como esas. En el golfo Pérsico hay dos visiones del mundo. La de los países que quieren mejorar y la de los que quieren mantener el statu quo a toda costa, sin reformas de ningún tipo. Países condenados a sufrir tormentas políticas enormes.

-Hablamos de Arabia Saudí y de los Emiratos. ¿Hay diferencias?

-Es lo mismo. Países que piensan que lo pueden comprar todo en el mundo, y grupos con una voraz hambre de poder. El desarrollo económico necesita desarrollo político, y en eso llevan años anclados.

-¿Qué hay detrás de la crisis con sus vecinos, además de un ciberataque y unas buenas relaciones con Irán?

-Emiratos nos había solicitado la extradición de una pareja que se había instalado en Catar. Les dijimos que no había inconveniente pero que necesitábamos papeles, saber de qué se les acusaba. El marido consiguió un visado para Londres y se acabó el problema, pero la mujer se quiso quedar en Catar y los Emiratos volvieron a la carga. No había acusación y el argumento fue que era ciudadana de Emiratos y que tenían derecho a pedir su vuelta al país. Es una mentalidad medieval por la que no pasamos.

-¿No la extraditaron?

-No. Emiratos se ha convertido en un Estado policial. Cuando nos negamos prometieron una campaña de acusaciones contra Catar y, efectivamente, esa campaña llegó.

-El último atentado islamista en Barcelona.

-Los terroristas no representan a nadie, tampoco al Islam que se toma como una excusa. El imán que parece que organizó los ataques había estado cuatro años en prisión por tráfico de drogas. Me pregunto cómo es posible que a alguien así le fuera permitido ejercer el cargo.

-¿En qué necesita mejorar Catar?

-Siempre estamos abiertos a mejorar.

-Por ejemplo, en las condiciones laborales de muchos ciudadanos extranjeros.

-Hemos aprobado una ley para garantizar las condiciones de trabajo de los asistentes de hogar.

-¿Se cumple?

-Quien quiera presentar una queja, tiene donde hacerlo. Y le aseguro que se tramita. También hemos aprobado un decreto ley para introducir la tarjeta de residencia permanente. Somos un país en el que viven ciudadanos de 150 nacionalidades, con once universidades y un sistema avanzado de salud, con muchos médicos españoles por cierto.

-¿Qué tal le trata España?

-Este fue mi segundo destino, hace años. Mi primer hijo es madrileño, y este país ocupa un lugar especial en mi corazón.