Fue definido por Juan Cueto como "el escritor más moderno de su generación", en referencia a los autores vinculados al 68, icónico año de rebeldía y transformación en todo el planeta. Mariano Antolín Rato ganó el premio Nueva Crítica con su primera novela Cuando 900 mil Mach aprox, publicada en 1973. Le seguirían obras como Botas de cuero español, Fuga en el espejo o No se hable más, que reafirmaron su condición de figura relevante de la literatura beat en España. En paralelo, ha desarrollado una prestigiosa labor como traductor, reconocida en 2014 con el Premio Nacional de Traducción. Ahora retorna a las estanterías con Silencio tras el telón del sueño.

-Háblenos un poco de su novela, una historia de amor en el posfranquismo?

-Si, sucede entre el 67 y el 77, se corresponde con esa época, claramente. Tiene una coda ya en los dos mil y pico, donde se resuelven o se añaden ciertas cosas, se comentan partes de la novela que no se comentaban? Básicamente la novela es una especie, ya dadas las fechas, de novela histórica contada ahora mismo y con estilo de ahora mismo.

-Es que ese tiempo es ya historia, especialmente para las generaciones más jóvenes.

-Por eso mismo. Pero no es que trate de reproducir exactamente cómo hablaba o qué pasaba en aquellos años: la historia está contada desde el ahora, desde el siglo XXI. No me planteé la novela, realmente, como una revisión de los problemas de la Transición ni nada parecido. Esa fue una época que me correspondió vivir de joven, y aparte me parece que hay dos épocas fundamentales en el siglo XX: la de los años 20, la época del jazz, Scott Fitzgerald y demás; y la del rock and roll, que son los sesenta y los setenta, del 66 al 77 de hecho. En esa época ocurrieron una serie de acontecimientos nuevos, de rebeldías, y no sólo en España.

-¿Dónde quedó esa rebeldía?

-Yo pienso que lo que nos ha quedado, lo más potente, es el feminismo. De las demás cosas, la mayoría de mis contemporáneos en su momento se hicieron políticos, famosos, se vendieron, y perdieron absolutamente contacto con mi actitud, que sigue siendo en contra, en realidad. En la novela, en la misma primera página, se define a los personajes y se dice que ingenuamente mantenían las ideas de que eran ellos contra nosotros. Saben quiénes son los enemigos y siguen siendo los mismos, de hecho.

-¿Cómo conecta con su obra anterior?

-Desde mi primera novela, Cuando 900 mil Mach aprox, siempre he escrito historias de amor y de desamor, dando mucha importancia a los personajes femeninos. Me parece que las mujeres son mucho más interesantes que los hombres: su mundo es alucinante, es totalmente distinto. Como soy hombre, y todavía soy hetero, realmente me atrae muchísimo ese mundo. Es admirable el modo que tienen de relacionarse con el mundo, y mis personajes femeninos suelen ser protagonistas aunque las historias estén contadas desde el punto de vista de un hombre.

-De esa época que hablamos también queda la música, fue una auténtica edad de oro. Nada que ver con lo que se lleva ahora.

-Se ha convertido en otra historia. Para mí, la música de ese momento fue fundamental, y sigue siéndolo. Bob Dylan a mi me parece que va unido a mi vida desde el comienzo. Hasta tengo una novela, Botas de cuero español, que es el título de una canción suya. Sigue diciéndome cosas que a mi me interesan, incluso cuando habla de cosas de viejo, de que nos queda poco tiempo? lo oigo con frecuencia. Aunque también oigo mucho jazz y música clásica. Y es un elemento fundamental en todos mis libros, como también lo que la legislación vigente llama drogas. Para mí hubo cosas importantes en mi vida, pero una de las grandes fue el ácido, el LSD: realmente me cambió la visión de la vida. Es algo que en esta novela cuento bastante.

-Habla con naturalidad del LSD, ¿está demonizado el consumo de drogas?

-Hombre, es que hay muchas maneras de consumir. Es como todo, como el alcohol mismo: hay borrachos perdidos que andan tirados por la calle y otra gente que bebe socialmente. Pero no hay más que fijarse en los cinco premios Nobel norteamericanos: son todos alcohólicos. Como dice Antonio Escohotado, que es muy amigo mío, hay un modo responsable de consumo, que es mi experiencia. Sigo consumiendo drogas y me gano la vida, tengo mujer, hijos y casa. No ando por ahí arrastrado. Publico libros, gano el Premio Nacional de Traducción y habitualmente, cuando me pongo a trabajar, me hago un canuto. Me da un punto que me gusta tener. No es que defienda la droga, el problema son sus enemigos que no la legalizan: no establecen una posibilidad de saber qué está consumiendo la gente.

-No sé si sabía que Cary Grant fue consumidor y defensor público del LSD.

-Sí, fue de los primeros que lo consumió con Timothy Leary, y fíjate, ¿quién hay más elegante en el cine que Cary Grant? Es que el LSD te permite una visión distinta. Pero también hay otros personajes, libros, canciones? cosas que son tan importantes en mi vida o más. Hay gente que de pronto te marca definitivamente. En mi primera adolescencia, Gustavo Bueno que me cogió en primero de facultad, con 17 años, y me convirtió en otro ser. Simplemente porque me hacía caso, cosa que todavía me sorprende de mi mismo, porque yo era un chaval ingenuo de Gijón. En realidad sigo siéndolo, lo que pasa es que me han pasado muchas cosas, he vivido muchas historias. Y otra persona fundamental en mi vida es María Calonje, mi mujer actual y de siempre. Fue la primera persona que conocía yo en Madrid que tenía los dos primeros discos de Bob Dylan, porque tenía un primo piloto que se los traía de América. Quedé prendado de una persona que le gustase eso y lo pidiese.