- ¿El libro es una crónica de una familia de clase media en la posguerra?
-No es una crónica, sino relatos verídicos sobre la calle -de todos- y la familia -la mía- que era, sí, de clase media.
- Está presente el nacionalcatolicismo y la violencia de los curas en los colegios.
-M uy presente. Sin el nacionalcatolicismo, que fue un invento catalán, y la violencia, el régimen franquista no había sido lo que fue.
- Habla del odio y el hambre de esos años. De la miseria y del estraperlo.
-La España de entonces era moralmente miserable, repugnante. Había odio y hambre por todas partes. Y mucho meapilas. Un cóctel tremendo.
- ¿La penicilina se vendía de estraperlo en Chicote?
-Era uno de los sitios. Chicote era muy amigo de Franco y mi padre, cuando tuvimos el tifus, fue a comprarla allí.
- ¿Insinúa que su padre se llevó a la cama a Ava Gardner?
-No. Ni mucho menos. Fue ella quien se lo llevó a él. Mi padre no hablaba de mujeres. Era un caballero. Nos enteramos por terceros.
- ¿Debe su nombre al padre de Juan Luis Cebrián?
-Si, pero la primera opción fue la de Jaime. Y me habría caído lo de Jaimito.
- Su primer amor fue Mauren O'Hara, pero se lo confesó un poco tarde, ¿no?
-A ella tardé muchísimo. Lo supo antes mi mujer.
- ¿Se la encontró en un avión?
-Sí, hace unos años, volando de Nueva York a Los Ángeles. Estaba a mi lado y le dije que me enamoró en El hombre tranquilo.
- ¿Le gustaban las historias de su tío Antonio, militar, en Marruecos?
-A pesar de que yo le insistía, no hablaba mucho de eso.
- ¿Y tiraba de la lengua a su padre para que le hablase de su experiencia en la División Azul?
-Si, pero no obtuve respuestas hasta que se estaba muriendo.
- ¿Es inevitable que usted acabase escribiendo sobre la guerra?
-Es posible, porque lo que más me interesa es cómo reaccionan los hombres en situaciones límite. Por otro lado, me interesó hacer literatura y contar le guerra de otra manera.
- Una familia de periodistas: su abuelo, Manuel Reverte, subdirector de ABC ; su padre, Jesús Tessier, trabajó en Arriba, Efe y Radio Nacional. Y de seis hermanos, tres salieron periodistas, Javier, Isabel y usted.
-Una enfermedad. Habría sido más aburrido si los tres hubiéramos sido registradores de la propiedad.
- Menciona "la generosa farmacia de la Asociación de la Prensa".
-Era un auténtico centro de distribución de drogas. Legales, por supuesto.
- Tener tres tías carceleras, ¿era normal?
-No. Yo me he quedado a cuadros al darme cuenta con preparando el libro.
- ¿Una abuela aristócrata de mal carácter?
-Muy mal carácter. Ahora la entiendo: pasar de ser condesa rica a suegra de un periodista que vive de él no debe de ser fácil.
- ¿A los 9 años leía la prensa?
-Si. Gracias a la sección de Sucesos del ABC?
- ¿Las crónicas de los crímenes de El Jarabo le descubrieron su vocación periodística?
-Nunca he tenido vocación. Pero cuando dejé la Física tenía que hacer algo, y eso no era difícil.
- Leyó los Episodios Nacionales de niño, ¿es precocidad?
-No, pasión lectora. Era apasionante.
- Toda la familia era muy lectora, dice. Y a su hermano Javier ya le tiraba la aventura
-Era un aventurero en ciernes. Y también le gustaba escribir. Estaba claro cómo iba a acabar.
- Declara su admiración por Gila y Tip, ¿qué le enseñaron?
-Que el mundo era al revés.
- En esa época descubrió Radio Pirenaica, ¿un presagio de su futura militancia en el PCE?
-Para nada. Yo pensaba que los comunistas eran demonios.
- Está claro que era una España feroz, pero ¿fue un niño feliz?
-Descubrí que para ser feliz sólo hay que aparentarlo.