Tras Una madre y Un perro, la familia más famosa de Alejandro Palomas regresa de nuevo con Un amor (Premio Nadal 2018), la tercera parte de una trilogía que ya promete convertirse en saga. La obra, un día nublado en la vida de Amalia y sus hijos a raíz de una llamada inesperada, la presentará el autor esta tarde a las 19.00 horas en el centro Ágora, donde estará como parte del primer Encontro dos clubes de lectura da Área Metropolitana de A Coruña.

- Dice que la literatura es un espejo, ¿qué ve cuando se mira en la suya?

-Veo una versión muy mejorada de mí mismo. Siempre intento hacerlo, aunque no he sido consciente de ello hasta hace muy poco. Intento mejorar la realidad que describo cuando escribo, retocar lo que no me gusta? Invocar cosas mejores de las que veo y de las que tengo.

-Desde hace cuatro años, lo hace junto a la familia que creó con Una madre . ¿ Un amor es su despedida de estos personajes?

-No. No lo sé. Te digo que no y suena muy taxativo, pero me sale así. Me cuesta mucho pensar en una despedida porque tampoco encuentro ningún motivo para alejarme de ellos. Llevamos muchos años juntos, y sigo teniendo curiosidad por cómo son, en qué van a convertirse, cómo van a gestionarse...

-Pero Un amor sí nace de un simulacro de despedida. La definía como "una novela sobre la orfandad".

-Sí. Es una novela sobre la orfandad y, sobre todo, sobre la preorfandad. Es decir, la imaginación de cómo debe ser eso. En realidad, es una invocación para que, cuando eso ocurra, duela lo menos posible.

-El narrador es Fer, pero la gran protagonista de su trilogía es Amalia. ¿Cuánto tiene este personaje alocado y enérgico de su propia madre?

-Tiene mucho en lo que es la estructura. En la forma de mirar, en la forma de situarse en el mundo? Tiene muchos elementos de mi madre, pero también tiene muchos que no lo son. Hay mucho inventado. Tengo un modelo y, a partir de ahí, creo un personaje.

-¿Siempre supo que Amalia sobrepasaría las fronteras de esa novela en la que nacía?

-No, no lo imaginé nunca. De hecho, yo terminé Una madre, y creía que había escrito una novela como tantas otras. Es más, después escribí Un hijo, que no tiene nada que ver con esta trilogía. Sin embargo, cuando me volví a poner a escribir, regresaron. Volvió Amalia, volvió Fer? Todos. Entonces entendí que no se trataba de una novela, sino de construir un universo muy determinado, uno del que tengo tres piezas, y que no sé qué dibujo me va a dar al final.

- ¿Y cómo ha crecido ese universo a lo largo de la trilogía?

-Ha madurado mucho. Además, es un universo al que me enfrento desde una perspectiva muy psicoanalítica. Voy abriendo capas, con cada novela voy yendo más abajo, para descubrir qué había más atrás, qué los explica? Soy muy curioso, y creo que la curiosidad por la condición humana en mi caso no tiene fin. Es una búsqueda del origen.

-Y del amor. En la novela explora muchos, sobre todo el familiar. ¿Es el más grande?

-Para mí es el amor más complejo y el más completo a la hora de experimentar con él. Es como el laboratorio de los amores. Hay tantos tipos de interacción amorosa en una familia... Ya sea por exceso, por defecto, por ganas, por distancia? Están todos los pantones del amor.

-Pero usted lo mezcla con confesiones, con secretos? ¿son necesarios para mantenerlo?

-Son necesarios para mantener la tensión, y la tensión es necesaria para mantener las ganas de seguir relacionándote con alguien. Sin una tensión emocional es muy complicada la relación. Las medias verdades, las confesiones? Todas esas cosas forman el entramado familiar, el tiempo de la emoción familiar, que no es el tiempo real. Yo creo que hay dos dimensiones temporales: una es lo que vives, y la otra es lo que tú sientes cuando vives. A mí me interesa más la segunda.

-¿Y qué es lo que interesa tanto de la familia? Escribe sobre ella desde la infancia.

-Es que creo que la familia es lo pequeño de lo universal. Todo lo que ocurre en el ámbito familiar puede reflejarse en el exterior, y todo lo que aprendes dentro, también lo puedes trasladar fuera. Yo trabajo con lo pequeño, con lo más cercano? Está como diseñada para mí desde siempre.

-Con Un amor consiguió el Premio Nadal, y Una madre supuso un gran impulso a su trayectoria. ¿Ha encontrado en Amalia y su familia su veta de oro como escritor?

-Sí. Creo que es muy evidente que ha habido un antes y un después en mi carrera literaria con Amalia. Hasta ahora soy el escritor de Una madre. Eso es muy difícil de conseguir, y cuando lo logras es total. Aunque corres el peligro de quedarte ahí?

-¿Le preocupa?

-Nada, no me preocupa nada. Todos buscamos siempre ubicar a los demás en algo. Y lo difícil es que ocurra, que te den algo como referencia. Yo ya la tengo, y es Una madre. Ahora siento que lo que hago llega, que lo que cuento es parte de un todo. Y eso yo no lo había sentido nunca. No había encajado antes de ninguna manera, pero ahora siento que, de algún modo, encajo.