Lorenzo Silva (Madrid, 1966), licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y reconocido escritor galardonado con el Premio Nadal en el año 2000 con su obra El alquimista impaciente y con el Premio Planeta en el año 2012 a La marca del Meridiano, regresa con dos de sus personajes más conocidos: la pareja de la Guardia Civil formada por el brigada Rubén Bevilacqua y la sargento Virginia Chamorro, protagonistas de Lejos del corazón.

-Hace veinte años de la publicación de su primera novela de la serie Bevilacqua y Chamorro. Ahora regresa con Lejos del corazón . ¿Qué balance hace de estas dos décadas?

-Que estos personajes han desbordado todas las expectativas que pudiera en su día poner en ellos. Que en buena medida, me han permitido ser el escritor que soy en muchos aspectos: desde la dedicación plena a mi oficio a la libertad casi absoluta para practicarlo. Que sobre todo, les debo el regalo más precioso para un escritor: los lectores.

-Por qué este título: Lejos del corazón?

-Sale de una vieja canción italiana de Sergio Endrigo, Lontano dagli occhi, y que remite a un dicho popular, Lontano dagli occhi, lontano dal cuore, o lo que es lo mismo, "lejos de los ojos, lejos del corazón", que es la versión italiana de nuestro "ojos que no ven?". Mucho de eso hay en esta historia: delincuentes que no sienten en absoluto el daño que causan porque no lo ven nunca, zonas dejadas de la mano de Dios porque están lejos de los centros de poder donde se toman las decisiones?

-Sin ánimo de hacer spoiler, ¿a qué se enfrentan Bevilacqua y Chamorro en esta entrega?

-Al secuestro de un joven y exitoso informático que también resulta ser un avezado y escurridizo ciberdelincuente. La familia paga el rescate y el chico no aparece, lo que da pie a pensar mal, o mejor dicho muy mal. Y hasta ahí leo.

-¿Cómo ha conseguido mantener la relación de este dúo literario tantos años?

-Me lo han puesto bastante fácil. Son buena gente. Su oficio es, entre otras cosas, saber empatizar, saber entender al ser humano, incluso en sus versiones más averiadas. Eso hace que la convivencia con ellos, y entre ellos, sea siempre gratificante.

-Bevilacqua, más conocido -entre filas- como Vila , siente que sus días en la Guardia Civil están tocando a su fin. ¿Es una despedida del personaje?

-No es mi intención. Le quedan años de servicio. Me gustaría contar muchas historias todavía con él. Y lo intentaré, siempre dentro de la verosimilitud.

-¿Tomará su hijo Andrés el testigo?

-El futuro, como dice Lawrence de Arabia en la película de David Lean, nunca está escrito, ni siquiera el de los seres de ficción. Ya se verá qué pasa. No tengo plan cerrado.

-El ciberespacio juega un papel importante en esta novela. ¿Son las redes sociales un arma de doble filo?

-Y de cuádruple. Bien manejadas, hasta sirven para desvirtuar votaciones en las democracias avanzadas del mundo, como se ha podido ver. Para mí, y en lo que toca a su utilización personal para la exposición pública, son incluso un retroceso, una trampa, un fracaso de la tecnología, cegada por la codicia basada en el nuevo oro: los datos personales.

- La realidad siempre supera a la ficción. ¿Teme que llegue el día en el que ya no sorprenda al lector?

-Estaré atento a la vida, que es la que más nos sorprende, para imitarla con atención y con humildad. No cifro mis expectativas de sorprender más allá de eso. Tampoco valoro la sorpresa como la principal baza del arte narrativo, a veces de lo que se trata es de constatar, como dice Vila en la novela, que las cosas son lo que parecen.

-¿ Es la novela negra el mejor género para hacer denuncias sociales?

-Puede servir perfectamente para ello, porque por su propia naturaleza sucede en el ángulo oscuro de la sociedad, ahí donde apenas mira nadie, y donde se fraguan algunas de las calamidades que afligen a quienes padecen el destino de vivir en las grietas de nuestro siempre imperfecto edificio social. No es obligatorio que sirva para denunciar, pero es posible, incluso muy posible, y algunos sentimos esa posibilidad como deber.

-Ya ha sido premiado con el Premio Nadal y el Premio Planeta. ¿Es el Premio Princesa de Asturias de las Letras su próximo objetivo?

-Para un escritor que desee preservar su salud mental, su paz espiritual y hasta diría que su buen juicio, los premios no son objetivos, sino accidentes. Suceden, no se persiguen. A los mejores -Kafka, Proust, Chandler- no les sucedieron nunca, o muy poco.