Digestólogo jefe del hospital San Jorge de Huesca, este especialista en celiaquía (Zaragoza, 1956) ha participado en el nuevo protocolo que se adoptará para mejorar la detección precoz de esta enfermedad provocada por una intolerancia inmunológica al gluten del trigo, la cebada o el centeno. Una guía que se acaba de presentar en Madrid y que persigue evitar que, como hasta ahora, tres de cada cuatro celíacos no estén diagnosticados

- ¿Cuántas personas estarían afectadas por esta intolerancia?

-Se calcula que es una enfermedad que afecta al 1% de la población. Lo que ocurre es que sospechamos que el 75% de la población afectada no está diagnosticada. Y el problema es que su prevalencia se ha multiplicado por cinco en las últimas décadas en todos los ámbitos geográficos donde se cultiva el trigo.

-¿Por qué?

-Por varios factores ambientales. El cambio climático y las sequías han provocado que se quiera sacar mejor rendimiento a los cultivos y para ello se han realizado modificaciones genéticas del trigo que han incrementado las intolerancias. También ahora, con la comida rápida, se ha acortado el tiempo de fermentación de los panes y esto también afecta al ser humano. Asimismo, el consumo de más alimentos procesados es uno de los motivos que está detrás de una alteración de las defensas de nuestra flora intestinal (microbiota).

-¿Qué otros factores están dañando nuestra flora intestinal?

-El estrés, el tabaco, la elevada prevalencia de las cesáreas, la lactancia artificial, el uso precoz de antibióticos, el citado consumo elevado de alimentos procesados, la vida sedentaria o tener un patrón del sueño alterado, entre otros. Todos estos factores ambientales alteran la composición y la diversidad de nuestra flora intestinal que está compuesta por 14 trillones de microorganismos. Si comparásemos las heces de un occidental con las de un subsahariano veríamos que este último tiene más flora.

-¿Y esta alteración de la flora está detrás de la celiaquía?

-La alteración genera un estado inflamatorio de bajo grado en la mucosa intestinal que deteriora los mecanismos de defensa del epitelio intestinal y provoca la aparición de los trastornos. Bajan las defensas ante las toxinas antígenas dietéticas (nocivas para el organismo) y frente al gluten. Todos estos factores explicarían que la prevalencia de esta enfermedad se haya quintuplicado. Y, además, este aumento de los casos coincide curiosamente con que la producción de trigo también se haya multiplicado por cinco a causa de las hambrunas, la desertización del suelo por el cambio climático y la búsqueda de cultivos transgénicos más eficientes.

-Ha presentado un nuevo protocolo de actuación para detectar de forma más precoz y eficiente la celiaquía. ¿Por qué una nueva guía clínica?

-Porque la anterior data del 2008 y pensamos que nuestra capacidad de diagnosticar esta enfermedad es baja. Establece cinco puntos de mejora.

-¿Qué hay que mejorar?

-En primer lugar, la formación de los médicos de cabecera, de los pediatras y de los digestólogos sobre esta enfermedad. En segundo, determinar la hoja de ruta ante diferentes escenarios para llegar a un diagnóstico más correcto que evite que, por ejemplo, a personas con síndrome de intestino irritable se les diga que son celíacos y se les ponga una dieta sin gluten que no necesitan y que no les mejorará.

-¿Qué más?

-Hay que recomendar a todas las CCAA que en sus hospitales se realicen linfogramas intraepiteliales, una prueba poco costosa que mejora la precisión del diagnóstico. También hay que intentar que todo celíaco se integre en alguna asociación de pacientes y que se asesore con dietistas-nutricionistas porque el principal motivo de que un enfermo no mejore ante una dieta sin gluten es que no la sigue bien.

-¿Y el quinto punto?

-Pone de manifiesto una enfermedad emergente que afecta al 1% de la población, el síndrome de intolerancia al trigo no celíaco. Tiene síntomas muy similares al intestino irritable, en nueve de cada 10 casos afecta a mujeres jóvenes de entre 30 y 40 años y se manifiesta con malas digestiones, llagas en la boca, cefaleas, dolores articulares, dermatitis, cansancio, mente embotada, ánimo deprimido y rinitis. En las pruebas que se les hace no dan como celíacos porque son intolerantes a otro trigo, aunque mejoran mucho al retirarles el gluten.

-¿Qué síntomas nos deben preocupar por una posible celiaquía de nuestros hijos?

-Un retraso en el crecimiento, dolores abdominales no explicables, diarreas o estreñimientos habituales, esto es, cambios frecuentes en nuestro ritmo intestinal y anemia o falta de hierro.

-¿Qué causa la enfermedad?

-El gluten del trigo, de la cebada y del centeno. La avena en estado puro no lo tiene, pero hoy en día está contaminada por los otros cereales y también se desaconseja a estos pacientes.

-¿Qué no puede comer un celíaco bajo ningún concepto?

-Básicamente, pasta y pan, aunque el gluten se usa como pegamento para unir ingredientes y está presente en frutos secos, helados... Por eso hay que leer muy atentamente el etiquetado de los alimentos que consumimos.

-¿Qué otros trastornos suelen acompañar a esta enfermedad?

-Intolerancia a la lactosa y a la fructosa, un sobrecrecimiento bacteriano o la colitis microscópica, una diarrea acuosa que es 50 veces más frecuente en los celíacos y en las mujeres que fuman o toman antiinflamatorios.

-¿Por qué son tan caros los alimentos sin gluten?

-Porque se debe buscar otro pegamento para unir los ingredientes y eso resulta caro. Se están buscando fórmulas para abaratarlos porque está demostrado que una familia con un celíaco gasta 1.200 euros más al año en comida.