María Neira dirige el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Médica especializada en endocrinología, reside en Ginebra.

-El Gobierno de España ha fijado en 2040 el final de las ventas de coches de gasolina y diésel.

-Eso estaba ya en el acuerdo de cambio climático de París. Alemania se ha comprometido a hacerlo antes. Algunos países hablan de 2025. Por supuesto que la cosas deben ir por ahí. La industria automovilística lo sabe desde hace tiempo. Y saben que hay también un negocio interesante en otro tipo de movilidad. Lo que quiere la gente, en el fondo, es movilidad, no coches. Queremos movernos rápido, bien y barato. De ahí va a venir el negocio. Y las empresas automovilísticas que sean capaces de anticipar todo esto van a tener una parcela de negocio muy interesante.

-Las petroleras se resisten, está claro.

-Todos sabemos que las petroleras tienen fecha de caducidad. Incluso fecha de caducidad física: el petróleo está acabándose, se sabe desde hace tiempo. Muchas de ellas están invirtiendo en energías renovables. Me hace gracia cuando se alude a los ecologistas. Esto no es cuestión de ecologismo, sino de sostener la vida humana. Si no lo hacemos, vamos a autodestruirnos. Es de sentido común y no hay nada dramático. Vamos a tener más negocio, mejores oportunidades, nuestra salud va estar más protegida. Todo va a funcionar mucho mejor cuando nos demos cuenta de que hay otras fuentes de energía mucho más adecuadas para la vida humana.

-¿Tiene ya un coche eléctrico?

-Utilizo el coche muy poco. En Ginebra, el transporte público funciona muy bien. Tengo un cochecito pequeño, que no gasta nada, y en cuanto pueda me compraré el eléctrico. Pero me encantan otras formas de movilidad. Por ejemplo, cuando mi familia y yo vamos a Roma no tenemos coche. Hay cochecitos eléctricos para compartir mediante una aplicación de internet. Y es un servicio muy barato. Y en Madrid he visto desarrollado el patinete eléctrico. Son maneras de movilidad muy estimulantes. El precio de los coches eléctricos va a ir bajando y van a instalarse fuentes para cargarlos. Es, como siempre, una cuestión de oferta y demanda.

-El Ministerio de Sanidad ha puesto en marcha medidas contundentes contra las pseudoterapias aplicadas a personas.

-Me parece muy valiente. Va en la línea de proteger la medicina con base científica. Es estupendo eliminar aquellas prácticas que no tengan una efectividad demostrada. No han de ser comercializadas ni propuestas, y mucho menos como sustitución de tratamientos con fundamentos científicos. Es de sentido común.

-El Ministerio está implantando el "semáforo de Carcedo", un código de colores que indica la calidad nutricional de cada producto. Esto va en la línea de trabajo de la OMS contra la obesidad.

-No es ir contra nada, sino de favorecer la promoción de la salud. Es clave fomentar buenos hábitos alimentarios y una vida menos sedentaria. Que la gente sepa lo que está comiendo, cuántas calorías tiene y qué proporción de esas calorías necesitamos cada día. Y no estamos hablando de una estrategia antilúdica ni de condenar a nadie a sufrir. Nadie quiere quitar a la gastronomía su papel lúdico y social, sino que se trata de no perjudicar nuestra salud ni la de nuestros hijos. La obesidad no es simplemente un problema estético; es un problema de salud muy importante.

-Usted viaja sin parar, y come casi siempre fuera de casa. ¿Qué pautas aplica para alimentarse sanamente en esas circunstancias?

-Como fuera al mediodía, pero ceno en casa siempre que puedo. En la Europa del Norte el almuerzo del mediodía no suelen ser las dos horas de mesa y sobremesa de España. Si vas al comedor de la OMS ves un plato muy ligerito sin postres ni entradas, y si quieres alcohol tienes que buscarlo muy proactivamente. La verdad es que no me cuesta mucho trabajo. Y, en última instancia, siempre se puede elegir: puedes escoger servirte menos o dejar algo en el plato.

-Acaba de organizar usted en Ginebra una gran cumbre contra la contaminación.

-Muchos de los participantes consideran que va a haber un antes y un después de esta conferencia. Han participado muchos sectores implicados en todo lo que determina la contaminación del aire. Invitamos a 400 personas y vinieron 900, entre ellas la Reina de España, que estuvo en la inauguración. Representantes de ministerios de Salud, de Energía, de Medio Ambiente; de sectores académicos y de investigación; representantes de gobiernos que están tomando medidas: India, China... Fue muy interesante. Nuestro papel es promover políticas de salud, teniendo también en cuenta la repercusiones económicas. Por costosa que sea cualquiera de estas medidas, queda compensado por el ahorro en el tratamiento de enfermedades agudas y crónicas, y además salva vidas.

-¿Puede decirse que Donald Trump y China son los grandes enemigos del medio ambiente?

-China no. China ha declarado prioridad nacional la lucha contra la contaminación del aire. Y cuando un régimen tan vertical toma una medida de este tipo suele ponerse en práctica. La tendencia al alza de contaminación que tenían se ha estabilizado, y predecimos que va a empezar a bajar en uno o dos años. China va a ser el primer país que cumpla con los acuerdos de París, y está haciéndolo, sobre todo, porque lo considera más productivo.

-¿Y Trump?

-Trump no es Estados Unidos. Hay muchos gobernadores de Estados muy comprometidos y que están tomando medidas positivas muy fuertes, a pesar de la actitud del presidente Trump.

-Cada cierto tiempo reaparece la polémica causada por los movimientos antivacunas.

-Son posturas absurdas que están perdiendo terreno. Las vacunas han sido uno de nuestros mejores logros. Esto no es cuestión de creencias, sino de ciencia, de estudios epidemiológicos. Si tú no te proteges con una vacuna, no sólo te pones tú en riesgo, que eso sería una decisión individual, sino que estás poniendo en riesgo a los demás, también a los más vulnerables. Este individualismo irracional puede traernos sorpresas muy desagradables.