2018 ha sido un año extraño para LHR. Al poco de publicar Memoria Jorge Martí sufrió una embolia que lastró la presentación del disco y mantuvo a la banda en barbecho varios meses. Pero el cantante se recuperó, el grupo volvió en verano a los escenarios y desde entonces no ha dejado de tocar en salas y festivales.

- Que las instituciones se conviertan en promotores de conciertos, ¿no es un poco peligroso?

-Ha pasado toda la vida. Yo veo natural que estén organizando eventos culturales e invitando a artistas locales. De todas formas, La Habitación Roja es un grupo que ha vivido prácticamente de la iniciativa privada. Uno tiene que mantener su discurso y su independencia, pero pocos pueden permitirse el lujo de ir de independientes y hacerlo todo solos y sin ayuda.

- Parece que muchas bandas tienen dos versiones: la de los festivales y la de las salas. ¿Dónde están más a gusto?

-Ahora estamos teniendo bastantes conciertos en salas y nos gusta mucho más porque puedes explayarte, tocar un repertorio más amplio. En el festival te arrastra un poco la corriente y al final acabas tocando las canciones más conocidas. En la sala un grupo puede permitirse hacer cosas que en un festival quizás no hagas. Nosotros hemos tocado en festivales desde que empezamos y es algo de lo que estamos encantados. Pero venimos de las salas y ahí acabaremos. La esencia y el porqué del grupo viene de ahí.

- ¿Les ha condicionado el dominio de los festivales a la hora de escribir canciones?

-Puede que haya grupos a los que les ha condicionado, pero a nosotros globalmente no. Cuando hemos hecho alguna incursión en temas más bailables o electrónicos, es porque ya lo habíamos hecho anteriormente, no tanto por una inquietud o una concesión. Pero no somos un grupo festivalero, tenemos un montón de medios tiempos, de canciones con poso acústico?

- Lo cierto es que Memoria les ha salido poco festivalero.

-Sí, es un disco que se aleja un poco de todo eso. Es muy orgánico, muy analógico, no tiene un sonido grandioso. Suena con personalidad y guay, pero sin ese pulido cortado con láser. Al fin y al cabo, es una producción de Paco Loco y una mezcla de John Agnello, por lo que se garantiza una forma muy artesanal de hacer las cosas, con un gran peso del factor humano. Una de las cosas que más valoro de Memoria es la impresión que se llevó Paco que, pese a haber trabajado con cientos de artistas, se quedó con que parecíamos unos novatos en cuanto a ganas y a predisposición para probar cosas.

- ¿Y cómo logran mantener esa actitud después de más de dos décadas de carrera y once discos?

-Ese es el secreto del éxito del grupo. Ahora he hecho dos canciones nuevas, las he mandado a los demás y enseguida se han venido arriba. Es el motivo por el que seguimos estando juntos y hacemos cosas interesantes y que transcienden. Ahora estamos en un punto de inflexión del grupo, porque en el futuro vienen cambios importantes que le aportarán al grupo un plus de energía e ilusión.

- ¿De qué manera les ha afectado como banda su enfermedad?

-Creo que nos unió mucho y nos ha hecho replantearnos lo efímero que es todo, que estamos en un buen momento pero que tienes que estar siempre en guardia y en constante evolución. Puede haber un momento en el que el público te da la espalda, pero lo que tiene poso y tradición queda para siempre. En 2020 vamos a cumplir 25 años y tenemos que entrar en eso con toda la fuerza e ilusión.

- ¿Hubieran imaginado llegar a estos 25 años en esos tiempos en los que parecía que las cosas no les salían?

-Cuando uno está ahí en el frente con la bayoneta, no hace ese tipo de cábalas. Pero siempre he pensado, incluso en los momentos más tristes y bajos, que somos gente con una ilusión innata y que la fuerza del grupo reside en la capacidad de rehacerse y levantarse. Lo he visto también en otros grupos de nuestra generación, como Los Planetas, que cuando pensabas que estaban a punto de separarse te sacaban un disco como Una semana en el motor de un autobús. Cuando pienso en José, en Marc, en Pau y en mí sé que en los momentos más bajos vamos a encontrar refugio en la música. En los momentos malos nos hemos unido y de ahí siempre han salido cosas buenas.

- ¿Cómo sienta que el documental sobre su enfermedad haya tenido más repercusión mediática que el disco?

-Tengo sentimientos encontrados. El documental cuenta una historia que llega y toca fibras, aunque hay historias como la mía a puñados en el mundo. La diferencia quizá es que no tienen esa visibilidad porque el protagonista no es un músico de relativo éxito. El documental ha tenido mucha visibilidad pero con los mismos medios con los que se ha forjado La Habitación Roja: cariño, pasión, ilusión, respeto, poca gente y poco dinero. Por eso me siento muy identificado con este proyecto.

- Al final, este año ya pasado que empezó de tan mala manera para vosotros parece que se fue encauzando. ¿Están satisfechos?

-Sí. Teníamos mucha ilusión con el disco, es uno de nuestros mejores discos, y lo que pasó fue como una especie de coitus interruptus. Pero creo que nos hemos rehecho muy bien y que la entrada de Endika (Martín, tras la salida de Jordi Sapena) ha revitalizado la dinámica y las relaciones dentro del grupo. Hay un ambiente de camaradería, de cariño y de amor y ganas de hacer cosas. Los viajes de grupo se han convertido otra vez en viajes de amigos. Eso ha desembocado en algunos premios, nominaciones y conciertos como los de Madrid, Barcelona o Murcia que han funcionado muy bien. Al final el año nos ha dejado un buen sabor de boca.