- La trata de personas no es precisamente una forma de esclavitud del siglo XXI.

-Sobre la esclavitud y la trata de personas, la filosofía siempre ha tratado su vinculo social y los procesos de dominación. La trata de seres humanos es un proceso de dominación que ha existido a lo largo de la historia y que en cada época tiene sus características especificas. Hoy en día podemos decir que las personas que vienen de países pobres para trabajar en los países más desarrollados sufren un modo específico de trata que no se puede definir exactamente como esclavitud, pero que es un modelo de trata basado en la dominación. Y a veces basado en la dominación absoluta sobre estas personas. Por mi parte, intento reflexionar mucho más allá del concepto de trata.

- ¿En qué sentido?

-Lo que me interesa es saber por qué estamos en esta situación de auge del nacionalsocialismo y el neofascismo a escala europea y qué está pasando a escala mundial. Porque lo que vemos ahora en Europa lo vemos también en otras partes del mundo, como en la frontera entre Estados Unidos y México o en el gobierno de extrema derecha de Brasil. Todos estos movimientos pertenecen a una misma onda histórica. Y lo que me interesa como filósofo es reflexionar sobre esta onda histórica, cuál es su significado y hacia dónde se están dirigiendo las sociedades, saber cuánto van a durar estos movimientos y cómo vamos a enfrentarlos.

- En España estamos viviendo una situación nueva, ya que hasta el reciente pacto para gobernar Andalucía, la extrema derecha no participaba en la partida política.

-Esto no quiere decir que esas mentalidades no existiesen antes. Existían, pero estaban escondidas, ocultas dentro del gran compromiso histórico español entre la derecha y la izquierda para evitar que los extremos ocupasen una posición central en el sistema político. Lo que ha pasado en estos últimos años no es más que la degradación del sistema político. Por eso han aparecido unas fuerzas nuevas que se refieren a esos valores del nacionalsocialismo como la exclusión, la xenofobia y el racismo. Y estas fuerzas plantean un problema al sistema político, aunque tienen derecho a existir en una sociedad democrática. La cuestión es saber cómo actuar frente a estos discursos que ponen en peligro el acuerdo democrático que se había conseguido en España.

- También ponen en peligro la convivencia. ¿No cree que estos partidos fomentan el odio al argumentar que los inmigrantes nos arrebatan los servicios sanitarios o el empleo?

-Ese discurso lo conocemos desde hace muchos anos. Es el discurso del Frente Nacional de Francia, de la Liga Lombarda de Italia, de Alternativa por Alemania... Es el discurso de los partidos de extrema derecha en Holanda, Bélgica, Dinamarca? No es nada nuevo. La construcción de un chivo expiatorio es una de las más importantes características del populismo y el neofascismo. En los años 30, el chivo expiatorio eran los judíos. Hoy lo son los inmigrantes. A ambos se les hacen exactamente los mismos reproches: a los judíos se les reprochaba que robaban el dinero de los pobres y hoy a los inmigrantes se les reprocha robar el trabajo de los nacionales. Cuando lo cierto es que los inmigrantes contribuyen con su trabajo a las pensiones. Sin ellos, probablemente, el sistema de pensiones sería absolutamente desastroso. Es un discurso mentiroso, pero que funciona.

- Y que funciona además, como ha pasado en El Ejido, en los lugares donde hay más inmigración.

-Funcionan en los sitios donde hay inmigrantes, pero desgraciadamente también, y a veces mucho más, donde no hay. Muchos estudios e investigaciones demuestran que, por ejemplo, en los barrios más ricos de París es donde se da el rechazo más grande a los inmigrantes. Y no por una causa social, porque no viven con ellos, sino por racismo étnico, racismo confesional o racismo cultural. La cuestión es saber por qué nos encontramos en esta situación. Los medios por los que prosperan estos movimientos los podemos analizar y desmontar fácilmente; las causas son otra cosa. Y debemos reflexionar sobre las causas, fundamentalmente para suprimir los efectos.

- ¿Y cuáles son las causas?

-Son globales. Estamos viviendo una crisis enorme. La crisis de la globalización. Y esa crisis ha generado también la crisis de la Unión Europea. Y la crisis europea ha generado el auge por todas partes de estos movimientos. La globalización y las políticas económicas liberales europeas han provocado destrucciones sociales en todas las sociedades. No hay una sociedad europea que haya escapado a la crisis de su clase media. No hay una sociedad que no haya experimentado el auge de la precariedad, la bajada de sueldo o el desempleo. Y esto ha ocurrido en los últimos 15 años como consecuencia de una política neoliberal. Si queremos actuar para evitar que estos movimientos lleguen a podrir las sociedades necesitamos actuar sobre las causas. Y lo primero es reorientar la construcción europea hacia una Europa social. Una Europa que pueda integrar a todos los sectores sociales, sobre todo aquellos que hoy experimentan la exclusión.

- ¿Cree que la historia nos tratará de genocidas por cerrar los puertos a las miles de embarcaciones con inmigrantes que llegan a nuestras costas?

-La historia ya nos trata de criminales y genocidas. No hay que esperar al futuro cuando se producen 6.000 muertes cada año en el mar. La batalla frente a los movimientos populistas y neofascistas no se puede afrontar simplemente desde los valores y la llamada a la solidaridad o la moral. Por supuesto que tenemos que educar a la gente, pero al mismo tiempo tenemos que luchar para cambiar las condiciones sociales de vida de la gente, que son fundamentalmente las causas del odio y el temor al otro. Y también lo que permite las mentiras de los políticos demagogos.