Aunque insiste en que los principios masónicos les impiden hablar de política, en esta entrevista Óscar de Alfonso se pronuncia sobre la situación de Venezuela o las listas de funcionarios solicitadas por Vox en Andalucía. "Las listas, salvo las de Schindler para salvar judíos, no me gustan", afirma. Y si pudiera elegir, le gustaría que todos los políticos fueran masones. "Me dan más confianza", confiesa este valenciano de 51 años que también ejerce como secretario ejecutivo de la Conferencia Mundial de Grandes Logias Regulares.

-Usted viene a ser para la masonería mundial lo que el Papa para la Iglesia.

-No es la primera vez que me llaman Papa de los masones, pero solo soy el coordinador de la Conferencia Mundial de Grandes Logias, cuya soberanía individual es sagrada. No existe una universal que dictamine lo que tienen que hacer las otras: cada una es autónoma.

-¿Nada que ver entonces con la Iglesia en cuanto a la gestión?

-Soy un masón convencido de los principios de libertad y, sobre todo, del individuo. Y es bueno que las grandes logias tengan su propia soberanía porque no es lo mismo en Europa que en América Latina, África o EEUU.

-¿De cuántos masones estamos hablando?

-En el mundo hay unos tres millones, de los que 3.000 están en la Gran Logia de España, aunque existen otras obediencias masónicas que no pertenecen a la Conferencia Mundial porque nosotros exigimos una serie de condiciones: que sea una orden exclusivamente masculina, que se hagan los trabajos masónicos sobre las tres luces principales para nosotros (un volumen de la ley sagrada, que puede ser la Biblia, el Corán o la Torá, y la escuadra y el compás) y que no se hable ni de política ni de religión.

-Es decir, que se veta el acceso a más de la mitad de la población, que son las mujeres.

-La mujer puede ser masona en una institución femenina, que las hay, o en una mixta. Las que represento son instituciones exclusivamente masculinas porque seguimos la tradición milenaria de solo admitir hombres al igual que únicamente admitimos creyentes, sean del credo que sean. Y luego está la libertad del individuo de poder elegir. Nadie está obligado a entrar si considera que estos requisitos van contra sus ideas.

-Usted tiene dos hijas. ¿Y si quisieran ser masonas?

-Me encantaría. Pero ya saben que no podrían estar en la logia de su padre y lo entienden.

-¿Qué es ser masón hoy?

-Se nos reprocha que no servimos para nada pero yo soy de los convencidos de que cuando hablamos de masonería lo estamos haciendo de una tradición de mil años, de ideas como la verdad, el honor, la virtud, la justicia... Conceptos perfectamente válidos en 2019 y en el 2300 tal como lo fueron hace mil y pico años. Los masones somos constructores y tenemos que construirnos a nosotros mismos y construir también la sociedad en la que vivimos. Pero no entramos en política, ni en religión, ni en economía. Para eso hay otros agentes sociales, políticos y económicos. Nosotros estamos por encima de esas discusiones.

-Usted salió en defensa del autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó.

-El vídeo que publiqué en apoyo al presidente legítimo de Venezuela lo hice no como Gran Maestro ni como secretario ejecutivo de la Conferencia Mundial, sino a título personal. Tal vez si el hermano Guaidó no hubiera sido masón no lo habría hecho, pero me pareció que en los momentos que está viviendo Venezuela, jugándose la vida por la democracia y en contra de la tiranía, como masón de base tenía que decir algo.

-¿No habíamos quedado en que no hablan de política?

-No podemos hablar de política, pero cuando se trata de derechos humanos, de la libertad y de la democracia frente a la tiranía, ningún masón puede quedarse al margen. Yo no hablo de si Guaidó es buen o mal presidente. Pero lo que sí está claro es que Venezuela es una dictadura y si aparece un hermano que lucha contra ello, que al menos sepa que estamos a su lado.

-¿Le preocupa el resurgir de la ultraderecha?

-Lo que nos preocupa, con independencia de que provenga de la ultraderecha o la ultraizquierda, es la masofobia, el sentimiento antimasón. Como el antisemitismo, que ahora se está instalando en Francia. Que resurja o no la ultraderecha es algo que a los masones, como institución, nos debe resultar indiferente. Lo que nos pone la piel de gallina es la persecución recordando sobre todo tiempo pasados.

-¿Dónde han detectado esa animadversión?

-En Italia. El Gobierno, que está formado por las extremas izquierda y derecha, ha firmado un acuerdo para impedir que mafiosos, corruptos y masones sean parte de la Administración y del Ejecutivo. ¡Nos han colocado al nivel de la mafia y la corrupción! El Gobierno de Sicilia exige a los funcionarios que declaren si son masones. ¡Eso es una locura! A los hermanos italianos les están haciendo lo que hicieron a los judíos: marcarles para luego identificarles y matarles.

-¿Como las listas que ha pedido Vox en Andalucía para identificar a los funcionarios que evalúan el riesgo en los casos de violencia de género?

-En el momento en que alguien, sea Vox o el Gobierno italiano, pide listas, da miedo. Si quieren identificaciones, será por algo. Cuando se piden listas de funcionarios, mal vamos. Me da igual el partido que lo haga. Las listas, salvo las de Schindler que salvaron judíos, no me gustan.

-Hay quien dice de ustedes que son un lobby .

-No somos un lobby, lo niego, pero añado: ¿y si lo fuéramos, qué? Un lobby de gente justa y honrada que busca lo mejor para la sociedad, de auténticos ilustrados se presume. ¿Qué problema hay?

- ¿A los masones se les expulsa?

-Si comenten alguna infracción que vaya contra la norma masónica, por supuesto, además de no admitir a quienes hayan sido condenados por la Justicia.

-¿Como Mario Conde?

-En ese caso se le expulsó y, una vez cumplió condena, solicitó su reincorporación a la Gran Logia, que votó a favor de su ingreso. Estuvo un tiempo y volvió a dejarlo de modo voluntario. Era un buen masón, una persona equilibrada y correcta hasta que fue condenado.