Pedro García Barreno fue director del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid y es catedrático de Fisiopatología y Propedéutica Quirúrgicas en la Universidad Complutense, además de miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la Real Academia Española.

- ¿Se atisban muchos cambios para la nueva medicina en la era digital?

-Ahora se está hablando de potenciar la autonomía del paciente, lo que supone un brusco cambio de modelo. Todo esto también hace que tengamos que repensar el oficio médico de manera muy seria. No puede ser que esto quede en agua de borrajas. Puede que se cumpla lo que plantea la Singularity University, que no es otra cosa que la desaparición de la profesión médica, que sería sustituida por unos pacientes cada vez mejor informados y autónomos.

-Dicho así sorprende un poco el planteamiento...

-Es una barbaridad, sí. Pero hay cuestiones encima de la mesa que no podemos obviar. Hoy ya tenemos a nuestra disposición artilugios como los teléfonos inteligentes que hacen una ecografía plena del cuerpo e industrias que están planteando prototipos de resonancia magnética para tener en casa. También existen kits génicos que solo con tocar un botón podrán analizar los 3.000 o 5.000 genes que inciden en una patología.

-Un nuevo modelo que requerirá nuevos planteamientos.

-Desde luego. Hay una puerta abierta inmensa. Yo aconsejo no asustarse ante estas cosas y sobre todo siempre digo que hay que conocerlas. Cuanta más información fiable tengamos, mucho mejor.

-Y aquí es donde entra en juego la Red con sus miles de tentáculos...

-En este punto hay que tener en cuenta que en internet hay confusión, pero también hay muy buenas redes de información, controladas por médicos con miles de pacientes adscritos.

-Este nuevo modelo autónomo parece chocar con tantas advertencias sobre los riesgos de la automedicación.

-No hay que automedicarse, eso está claro. Pero el objetivo es que seamos capaces de asesorarnos sobre la mejor solución terapéutica.

-¿No hará falta ir al médico?

-Yo no diría tanto, pero casi. En 20 o 30 años habrá robots que sean capaces de operarnos de menisco y de otras cosas. Este tipo de intervenciones ya se están probando. Este sistema de teleasistencia lo ideó un psiquiatra de Arizona que tenía pacientes en reservas indias a mucha distancia. Entonces no cuajó. Ahora parece que las cosas son distintas. La tecnología también ha avanzado mucho, y eso es fundamental, claro.

-¿Qué ocurrirá con los profesionales de la medicina?

-Pues ahí es donde veo el problema. Es una incógnita saber qué pasará con nosotros, cuáles serán nuestras nuevas funciones. Yo eso no lo veré.

-Fue director médico del Hospital Gregorio Marañón, una de las joyas del sistema público de salud español.

-La sanidad española es muy buena comparada con el resto del mundo y la cuidamos poco. Además, es barata. No sabemos lo que tenemos, por eso no la cuidamos bien. Nuestro sistema sanitario es uno de los grandes logros de este país. Incluso nos hemos excedido en prestaciones, me atrevería a decir.

-¿Qué le parece esta obsesión por vencer al reloj biológico y lograr una especie de eterna juventud?

-La persona que más ha vivido, según las estadísticas oficiales, fue una francesa que llegó a los 124 años. Es verdad que cada vez hay más centenarios, pero tenemos que preguntarnos por la calidad de vida que tienen.

-¿Cómo será la vejez del futuro?

-El estudio de la longevidad es sin duda una de las principales materias de la futura investigación científica. Los avances en medicina y en salud pública durante el siglo XX han logrado un aumento significativo de la esperanza de vida en países desarrollados. El gran objetivo es proporcionar mayor calidad de vida a esos años finales. Lo que está claro es que no viviremos para siempre. Todas esas teorías de la criogénesis hay que tomárselas con muchas reservas.

-Como académico "a" minúscula de la RAE le preocupará la invasión de anglicismos en el lenguaje científico...

-En la Real Academia Española quienes estamos representando a las ramas de la ciencia nos ocupamos del vocabulario científico y técnico. Muchas palabras han cambiado su significado. La ventaja del inglés es su flexibilidad. Una sola palabra designa un concepto y la economía del lenguaje manda. La ciencia se piensa en inglés, incluso los que tenemos otra lengua materna lo hacemos.