-Inaugura y clausura el Festival de su ciudad, Málaga, y el certamen le rinde un homenaje. ¿Se puede pedir más?

-Estoy muy contento, la verdad. Tengo muchos sentimientos, la gran mayoría buenos. Son sentimientos de gratitud, de felicidad, también de responsabilidad y un puntito de pudor. Es como cuando te cantan cumpleaños feliz, que tienes esa sensación tan rara. Por un lado es genial que te canten pero llega un punto en el que estás deseando que acabe porque no sabes muy bien qué hacer ni cómo reaccionar.

-¿Soñó alguna vez estar donde está?

-Desde aquel fenómeno de Ocho apellidos vascos, en la libreta de los sueños he hecho check en muchos que no estaban ni siquiera escritos. Suponía que algún día tendría que venir al Festival de Málaga con alguna película y poder vivirlo de manera plena. Pero que fuera la cinta inaugural, también estar en la de clausura, el reconocimiento que me hacen y que también se vea el documental Todos los caminos hace que me sienta muy feliz. Pero también a veces desborda. No me paro a pensar en lo que significa porque creo que tendría momentos de colapso mental y emocional.

-Le hemos visto haciendo drama en 100 metros y su personaje en esta película es bastante serio. ¿Le gustaría adentrarse más en este tipo de papeles?

-La experiencia de 100 metros fue un reto maravilloso. Creo que fue una de las películas que más he disfrutado. Al final lo que uno quiere es que le lleguen personajes bonitos e historias interesantes con las que poder aprender y ampliar tu abanico. Si mañana me viene un productor con un thriller y me gusta lo haré. Y si es un musical, también. Somos actores y creo que hacemos un tipo de arte en el que si no arriesgas no salen cosas bonitas.

-¿Ha encontrado oro en esta profesión?

-Sí. Metafóricamente hablando, sí. He encontrado muchísimo. Porque tienes la oportunidad de conocer a muchísima gente maravillosa, también he podido viajar muchísimo gracias al cine y, sobre todo, lo más bonito, además de que puedes hacer feliz a mucha gente con tu trabajo, es que este trabajo hace que personalmente crezca tu capacidad empática. Porque el hecho de interpretar un personaje que no tiene nada que ver contigo hace ponerte en su lugar, aunque sea un asesino en serie. Y tienes que intentar no juzgarlo para entenderlo. Y a partir de eso creo, y esto lo podrán decir mejor los actores que llevan muchísimos años, que de alguna manera te nutre, te hace crecer y te hace mejor persona. Se tiene la fortuna de vivir muchas vidas en una vida.

-¿No es extraño que haya que pasar una frontera para ir a Gibraltar?

-Lo extraño es que según a la hora que vayas tengas que esperar para pasar por una pista de aterrizaje de un aeropuerto. Eso sí que es divertido y bizarro. Pero bueno, esto al final es política. Allí, además, se da una circunstancia muy específica. Ya que por mucho que Gibraltar sea otro país, la comunión económica, social, cultural y emocional que hay en todo el campo de Gibraltar es acojonante. Por lo que tengo entendido, creo que hay muchísima preocupación porque de repente puedan cambiar las cosas. Esperemos que se encuentre la mejor solución posible y con la que menos gente se vea perjudicada.

-El Festival de Málaga anda en conversaciones para acoger en un futuro la gala de los Goya. ¿Se atrevería a ser el presentador si se lo pidiesen?

-No lo sé. Lo bonito de esto que es que se haya descentralizado la gala de los Goya, algo que me parece muy, muy interesante. Me parecería enriquecedor y justo que cada año se celebrase en una ciudad distinta. No descarto presentar otra vez la gala de los Goya, pero en mi pensamiento es algo que podría ser dentro de diez o veinte años. Pero si Málaga entra en la ecuación... pues no lo sé, la verdad. Es cierto que sería un caramelito y una cosa muy tentadora.