Ángel Javier Arizmendi (Madrid, 1984) se hizo profesional en el Dépor y colgó las botas en Riazor en 2014 con alguna parada intermedia. Siempre fue un futbolista atípico que no descuidó sus estudios y ahora es asesor financiero en la empresa Tressis. Ha conseguido engancharse a una nueva profesión sin perder el contacto con el balón, ya que se dedica a hacer pedagogía con el sindicato AFE para que los deportistas reordenen sus finanzas y reduzcan su incertidumbre de cara a una futura retirada. Se trata de transmitir seguridad y prepararse para el día que dejen de hacer lo que han hecho toda la vida. En tiempos de incertidumbre y coronavirus, tiene ahora mismo más trabajo que nunca, porque las consultas y la solicitud de apoyo se ha multiplicado entre un colectivo que antes era el suyo.

¿Han aumentado los futbolistas que solicitan que les asesore?

Sí, claro. Están en su casa, tienden a pensar más, no solo a mirar al examen de mañana en forma de partido o entrenamiento. Esta situación ha servido a todos los sectores para tomar perspectiva y el futbolista dispone de tiempo para no tener esa visión tan cortoplacista que suele tener cuando está jugando, cuando está en competición.

Angustia en el presente que lleva a pensar en el futuro, ¿no?

De alguna manera están viendo que la carrera acaba y piensan en cómo pueden afrontar una retirada, aunque esto no sea una retirada en sí. Es un paréntesis importante en el que dejan de hacer todo lo que han hecho toda la vida y que sirve para plantearse cómo van a enfocar el día después del fútbol.

En cierta manera, ¿considera que les iguala?

Ha supuesto un golpe de realidad para todos y, en general, siempre te crees un poco inmune y esto nos ha venido a demostrar a todos que las vicisitudes negativas pueden ocurrirnos y que tenemos que estar preparados para el futuro. Y de esto se trata el servicio que ofrecemos y a lo que me dedico ahora: hacer pensar al deportista que necesita tener una estrategia y anticipar el momento en el que tenga que dejar el deporte, porque es algo que nos ha ocurrido a todos. Hay que afrontar ese momento en el aspecto financiero con más certezas que incertidumbres.

Antes siempre les asesoraban la familia o amigos cercanos. ¿Ha cambiado?

No todos tenemos por qué saber de todo. El futbolista precisa de especialización. El representante no tiene por qué ser fiscalista ni asesor financiero ni abogado. El jugador debe darse cuenta de que tiene que abrir el abanico y en cada uno de los campos tiene que rodearse de gente formada. Es una idea que está calando cada vez más porque las carreras son cortas.

La empresa en la que trabaja, Tressis, ha llegado a un acuerdo con AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) para ofrecer charlas y asesoramiento a sus asociados. ¿Cuál es la acogida?

El acuerdo que tenemos está funcionando realmente bien, ha tenido mucha demanda. La gente sale satisfecha, porque ve su patrimonio de forma más global y se siente acompañada en la toma de ciertas decisiones que durante la carrera tiene que asumir en momentos en los que no tiene la suficiente madurez o experiencia.

¿Volverá el fútbol a ser el mismo económicamente tras este parón y con la perspectiva de jugar sin público hasta 2021?

No estoy tan puesto en ese aspecto, no es mi campo de especialización, pero está claro que habrá cambios en los hábitos de consumo y en los modelos de negocio y los que mejor consigan adaptarse y más capacidad tengan para hacer frente a esa nueva realidad serán los ganadores. Esperemos que todo vuelva a la normalidad cuanto antes y que el daño sea el menor posible para la industria.

Ahora que vuelven a entrenar y que usted ha estado en el terreno de juego como ellos, ¿se sentirán seguros?

Esa seguridad es una necesidad básica para todos. La carrera del futbolista es como es. Es corta y estamos expuestos a continuos cambios de equipo, de residencia. Tratamos de optimizarla porque luego adaptarse a una nueva realidad es difícil. Si cabe, esta situación nos puede inquietar algo más que a profesionales de otro ámbito, aunque esto quizás pueda sonar un poco frívolo. Somos unos privilegiados, todos los futbolistas lo saben y lo valoran mucho, pero también renunciamos a muchas cosas para llegar a la élite y mantenernos, y situaciones como estas nos descolocan.

¿Le llena su nueva profesión como el fútbol?

Cuando dejas el fútbol y pasas a otra profesión, tienes que rebajar expectativas. La intensidad de una carrera como jugador no la vas a tener en ningún otro ámbito. No vas a tener ni grandes satisfacciones ni tampoco grandes decepciones. Hay que ser consciente de que tu vida pasa a ser mucho más convencional, pero también tiene cosas buenas: puedes pasar más tiempo con tu familia y pensar a medio y largo plazo. Y si estás rodeado, como es mi caso, del mundo del fútbol y puedes aportar valor a las carreras de los chicos, también te sientes realizado y contento.

Era profesional en Primera o Segunda y, mientras tanto, estudiaba una carrera. ¿Cree que demostró que es posible?

Mi trayectoria fue un poco atípica. No fui un niño de cantera, no estuve toda la vida haciendo cribas para llegar a la élite. Me vino todo de golpe y yo tampoco tenía en perspectiva ser profesional. Era un sueño, no una obligación. No descuidé los estudios e intenté terminar la carrera y tener inquietudes más allá del fútbol. Sabía que luego vendría una nueva vida y quería estar preparado para ella.

Jugó en el Deportivo en dos etapas y se integró personalmente en la propia ciudad. ¿Sigue sintiendo esa vinculación?

Claro que sí. Tanto como que mi mujer es de allí, me casé con una gallega de Betanzos. Tenemos un apartamento en las Rías Baixas y mis suegros viven allí. Mi hijo mayor es de A Coruña. Guardo un gran recuerdo de Galicia.

¿Le da tiempo a sufrir por el Deportivo, a estar pendiente de reojo a su situación?

Es uno de los clubes de los que estoy pendiente, aunque si estoy atento a todos en los que estuve, es difícil que pueda acabar una jornada contento (se ríe). Sigo al Deportivo y creo que esa primera etapa en A Coruña fueron los dos mejores años de mi carrera deportiva. Le deseo todo lo mejor.