Natural de Vilalba (Lugo), Alberto García-Basteiro es uno de los epidemiólogos jóvenes más brillantes. Afincado en Cataluña, donde ahora se concentran los brotes más preocupantes, reflexiona para FARO sobre el pasado, el presente y el futuro de la pandemia de Covid-19.

- ¿Cómo ha vivido esta pandemia? ¿Le sorprendió la rapidez con la que se extendió por España? ¿Cuándo supo que llegaría el "tsunami" de infectados?

-La he vivido con intensidad. Como tantos otros investigadores, aunque no tuviéramos experiencia en coronavirus, hemos intentando contribuir a dar una respuesta a los desafíos que el SARS-COV-2 está generando. No recuerdo la fecha exacta en la que pensé "esto se va de las manos", pero la situación en Italia debería habernos hecho reaccionar más enérgicamente, al igual que hicieron otros países con los ejemplos de España e Italia. No quiero pecar de "capitán a posteriori", pero creo que tenemos que hacer una profunda autopsia de la gestión de la crisis sanitaria y de todo lo que ha fallado para poder aprender de cara a futuras olas u otras epidemias.

- Cuando se suspendió el Mobile World Congress de Barcelona, ¿le pareció adecuado o exagerado?

-En aquel momento, si le soy sincero, no seguía de cerca todos los detalles de la pandemia, pues los brotes epidémicos se alejan un poco de mis actividades diarias, pero me atrevo a decir que por aquel entonces no era una decisión que pareciera obvia. Creo que no se habían diagnosticado casos en Barcelona y esta polémica se planteaba como un "todo o nada". Está claro que fue un jarro de agua fría para la actividad económica de Barcelona, pero es posible que, de haber casos entre los asistentes, la capacidad de transmisión en pabellones atestados de gente fuese importante.

- Lo que ocurre en Lleida, en A Mariña y en decenas de brotes por toda España, ¿significa que volvemos a la situación de comienzos de marzo, o no se puede comparar?

-Es difícilmente comparable. La tasa de detección, es decir, el número de diagnosticados frente al total de infectados, tiene que ser superior a entonces; ahora utilizamos mascarillas, los hospitales se han provisto de material necesario, el grueso de la población está concienciada... Ahora sabemos mucho más sobre lo que nos estamos enfrentando, tanto desde las instituciones, pero sobre todo como sociedad. Dicho esto, tenemos que entender que va a seguir habiendo brotes hasta que no haya una vacuna. Y estos brotes pueden recrudecerse en épocas frías donde haya menos ventilación y estemos más tiempo en espacios cerrados.

- ¿Los brotes surgidos en las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona, como el de Hospitalet, son especialmente preocupantes, por la gran movilidad y la densidad de esas poblaciones?

-La capacidad de diseminación de un brote es mucho mayor si se dan estos elementos que usted menciona. De todas formas, hay que tener claro que una buena reacción a un brote es clave para evitar su propagación, en Madrid o en Vilalba. Si cada caso diagnosticado activa de forma agresiva a un equipo de respuesta rápida que rastree todos los contactos, les haga PCR y establezca cuarentenas y aislamientos de forma muy ágil, los brotes deberían poder ser controlables sin confinamientos. Y la propagación del brote será mucho más lenta, menos exponencial, si la gente usa mascarillas, mantiene una buena higiene de manos y respeta la distancia física recomendada. Aun así, es preocupante, porque vemos que todos los elementos para dar una respuesta rápida no están en su sitio, y los sistemas de vigilancia epidemiológica siguen siendo precarios y no se han fortalecido suficientemente.

- El caso de Lleida ha vuelto a suscitar choques de competencias. ¿Sigue echando en falta coordinación entre las administraciones?

-Totalmente. Este es uno de los daños colaterales de la descentralización: la diversidad de reacciones, de tiempos, de medidas, de herramientas incompatibles que pretenden hacer lo mismo... Y lo peor es el tiempo y la energía que se pierde en disputas estériles, muchas veces cargadas de una ideología ajena a la del virus y su combate. Se ha dicho mucho eso de que "el virus no entiende de fronteras", pero se ha hecho poco para coordinar los elementos básicos de respuesta, por lo menos en el conjunto de España, no digamos a nivel europeo.

- ¿Es adecuado que las autonomías impongan la mascarilla en la calle en todas las situaciones, salvo excepciones muy contadas?

-En donde se constaten brotes, sí. Porque será indicativo de que hay relajamiento de las medidas y que las recomendaciones no son seguidas de forma masiva. Antes que poner muchas "indicaciones de uso" es más práctico obligar y tener un par de excepciones, siempre con criterios de salud pública. Caminar solo por una calle poco transitada no entraña riesgos de contagio, y el impacto de que pongamos mascarillas en este contexto será posiblemente nulo, pero el problema es que si no se obliga, en sitios donde sí debemos usar mascarillas, la simple recomendación se ha mostrado insuficiente. Aun así, hay que decir que la obligatoriedad de las mascarillas no evita la transmisión en bares, o terrazas, donde no se obliga a utilizarlas. ¿Por qué no recomendamos alguna medida más restrictiva en los bares y/o terrazas? ¿Por qué no se vigilan más o se prohíben las fiestas privadas, muchas veces abarrotadas de gente? Por ejemplo, una vez se termine una consumición, obligar a tener que usar mascarilla si se sigue sentado. ¿Por qué no obligamos a que la gente guarde mínimo un metro de distancia en bares y se dispongan las mesas para que esta distancia se pueda cumplir? Entiendo que va en detrimento del negocio del sector, pero peor será que vuelvan a cerrar completamente y haya nuevos confinamientos domiciliarios.

- ¿Cómo ve la situación epidemiológica en Galicia? ¿La menor densidad de población y la situación periférica nos han favorecido?

-Excluyendo el brote de A Mariña, la situación epidemiológica no parece preocupante, aunque esta aparente tranquilidad puede evaporarse de una semana a otra. La menor densidad y la menor movilidad seguro ha ayudado a que Galicia sea de las comunidades autónomas con menos infectados acumulados. Parece que Galicia podría ser uno de los destinos estrella del turismo nacional y esto puede ser un factor de preocupación, o por lo menos de alerta. Sería bueno que se dediquen muchos recursos a los equipos y sistemas de vigilancia (aunque tengan que estar de retén, a la espera de acción que ojalá nunca llegue), y que tenga planes de contingencia bien elaborados, capaces de reaccionar muy rápido.

"Los brotes en invierno podrían ser peores"

- ¿Cómo valora la información que se ha dado a la población desde el Gobierno? ¿Se ha trasladado una falsa sensación de paréntesis veraniego?

-Cuando desde el Gobierno o cualquier estamento se pone mucho foco en mensajes que alientan "el disfrute de la nueva normalidad" o a "no tener miedo", entiendo que haya gente que lo pueda percibir de una forma compatible con la relajación. Se intuía, por lo visto en otros países, que la temperatura tendría poco efecto en la transmisibilidad el virus, y creo que estos brotes lo están demostrando. No hacía falta esperar al invierno, donde, como digo, estos brotes aún podrían ser peores si no ponemos remedio.

- ¿Hay alguna manera de evitar de forma más eficaz posibles casos importados que lleguen a través de los aeropuertos?

-Este aspecto es complejo, sobre todo por el alto porcentaje de asintomáticos entre los infectados. Es importante que los controles dependan de la transmisión que hay en el lugar de origen. Si viene alguien de un país que tiene un buen sistema de vigilancia y donde no se reporten casos, creo que el control aeroportuario no debería ser tan exhaustivo como si viene alguien de un país con amplia transmisión comunitaria. Las pruebas diagnósticas con PCR antes de viajar podrían ser útiles, pero también puede dificultar el proceso del viaje a muchas personas. Un testaje a la llegada por parte de las autoridades sanitarias locales puede ser importante. Aunque no sea a todos, pero que pueda ser informativo sobre si se está introduciendo Covid importado y en qué magnitud. Y a partir de esta constatación, tomar decisiones más agresivas si fuera necesario.