Dentro del cíclico debate de los límites de la captación infantil, los medios ingleses y Google viralizaron en 2015 la disputa de los grandes de la Premier por un prodigio de 11 años que vivía en London Colney y que despuntaba en el Lutton. "City, Tottenham o Chelsea" llamaban a su puerta y finalmente fue el Arsenal el que se lo acabó llevando. Cinco años después, ese niño ya enfila la mayoría de edad, acaba de firmar su primer contrato profesional con los gunners, es el ojito derecho de Arteta, llegó a ser capitán de la selección inglesa sub 17 y fue señalado por The Guardian The Guardiancomo una de las 20 grandes promesas de la próxima gran generación británica. Su nombre es Charlie Patiño y por sus venas corre sangre coruñesa, pasión por el Dépor.

"Mi madre es de Lema, en Cambre, y mi padre nació en la plaza de España", apunta su padre, Julio, en un castellano pulido en el colegio español de Londres, mientras refuerza sus lazos con A Coruña. "Desde muy joven, siempre iba a la ciudad todos los veranos. Pasaba mes y medio allí, luego con mi familia, mi mujer y mis dos hijos íbamos todos los años un par de semanas. Charlie conoce bien A Coruña y al Dépor. Nos acercábamos siempre a Riazor, vimos muchos partidos del Teresa Herrera", cuenta.

El nieto de un camarero y conductor de autobuses en Londres y de una empleada de históricos grandes almacenes como Selfridges o Harrods, emigrados en los años 60, es ahora un asiduo de los entrenamientos del primer equipo del Arsenal. No es extraño ver fotos suyas desde enero junto a Lacazette o William. Al pivote, en la antesala de la élite, le "cuesta" aún manejarse con el español, a pesar de los esfuerzos diarios de su padre para que gane soltura. Aún así, siempre tiene un momento para conectar con sus raíces. Es habitual ver en sus redes sociales publicaciones del Día de Galicia o del Día das Letras Galegas y no pierde la oportunidad de recordar efemérides del Dépor. Ya queda lejos, pero en el álbum familiar aún conservan instantáneas de un joven Charlie con su bufanda del Dépor y en su infancia una camiseta "firmada por Mauro y Bebeto" era uno de los objetos más preciados de su habitación.

El pivote, 2º por la derecha con la selección inglesa y de niño con una bufanda del Dépor | Cedidas por Julio Patiño

Ese enamoramiento por LaLiga, por el Dépor en particular, le llevaba hasta hace poco a seguir, junto a su padre, los partidos del conjunto blanquiazul en directo en la sede de la Peña Deportivista de Londres o a ir a ver los duelos que disputa el Deportivo Galicia, formación semiprofesional de la comunidad emigrada a la capital londinense. La pandemia y el intermitente cierre de toda la actividad en Inglaterra les ha retraído en esta costumbre.

"El Dépor ya es líder", tercia Patiño cuando empieza a hablar de la situación actual de ese equipo que le encandiló por herencia familiar. Aún se enfada y le cuesta encontrar las palabras en español al enjuiciar lo ocurrido con el Fuenlabrada. "No me gusta la política en el fútbol ni hablar de ella. Ya sabemos cómo es el fútbol español. El Superdépor no puede estar en la tercera división nacional (Segunda B)", sentencia molesto. Ese vínculo paterno, transmitido a Charlie, le llevó a estar en Riazor el día del penalti de Djukic, un momento que aún le "duele".

Han pasado más de 25 años desde entonces y su hijo toca en la puerta de uno de los grandes y oposita a ser llamado por el combinado nacional de mayores a medio-largo plazo. Su caso tiene paralelismos con el de Jay Rodríguez, nieto de coruñeses, que ahora juega en el Burnley, que no ocultaba su predilección por el Dépor y que llegó a vestir la camiseta de los Three Lions en las inferiores. Su padre Kiko hizo carrera en el fútbol modesto y pasó una prueba con el conjunto blanquiazul en los 80.

"Estamos contentos por firmar ese primer contrato, Charlie ha trabajado mucho". Es la primera cima de una incipiente trayectoria que se ha llevado con tiento, a pesar de las miradas que siempre despertó este pivote box to box, al que hay quien compara con Jack Wilshere y quien le ve semejanzas con Phil Foden. Para su padre el secreto de todas esas esperanzas depositadas en él van más allá de un terreno de juego. "Arteta y todos los técnicos lo quieren, pero no solo por lo que hace en el campo. No da problemas, escucha, les pregunta, se interesa por lo que le cuentan", asegura.

Mientras sigue subiendo peldaños y redondea su formación, Charlie Patiño se afana en no desviarse del camino y en que los ingleses recuperen esa virgulilla de la ñ, imposible para ellos y que le ha llevado a que lo rebauticen como Charlie Patino. Lo mismo le ocurre a Angeliño, que debió adaptar su apellido tras su paso por el Manchester City y que no ha logrado que recupere su nomenclatura original. Es un rasgo más del coruñesismo de un futbolista que no olvida sus raíces y que siente pasión por el Dépor. Un triunfo más de la emigración.