El destino ha querido que la ansiada devolución del pazo de Meirás coincida prácticamente con la celebración del centenario de la muerte de su original propietaria, la escritora Emilia Pardo Bazán, que se conmemora en 2021.

La sentencia judicial que condena a la familia Franco a restituir el emblemático edificio a la sociedad gallega, todavía pendiente del recurso presentado por los Franco en la Audiencia Provincial de A Coruña, ha puesto en tela de juicio la donación a la que se aferran los Franco al considerar que fue impuesta por la fuerza, una tesis cuya principal prueba se encuentra en un excepcional testimonio incluido en 'La luz de la batalla' (Lumen, 2007), una ardua investigación que la historiadora Eva Acosta acometió durante diez años y que fue recibida por la crítica como la definitiva biografía de Pardo Bazán.

"Junio de 1938. Un coche negro avanza por el camino que lleva al pazo de Meirás. Dos de sus ocupantes son militares de uniforme: un cabo y un capitán. Detrás va la Señora (Carmen Polo, esposa de Franco), que pronto será la dueña y ha querido hacer una visita privada a su nueva posesión lejos del protocolo. Junto a ella, un clérigo con las manos cruzadas...".

Con este aire de suspense novelístico arranca el exhaustivo estudio de Eva Acosta, con un revelador capítulo sobre el Pazo de Meirás sin que la historiadora sospechara entonces que la publicación de la obra coincidiría con una gran polémica mediática y política sobre la titularidad de la histórica propiedad.

"Hace años -continúa el texto sobre la irrupción de la mujer de Franco al pazo en 1938- Carmen Polo había leído en una revista que la Pardo Bazán tenía su estudio en la torre de levante del pazo de Meirás, la más alta, desde cuyas ventanas admiraba el paisaje de las Mariñas. Allá se dirige ahora con su escolta mientras establece en ojeadas certeras el inventario de cuanto encuentra a su paso. (...) La Señora (Carmen Polo) abre uno por uno los cajones: más papeles. Manuscritos, apuntes, todos atados con cinta azul. Apenas ojeados los títulos los deja otra vez en su sitio.

Cartas, muchas cartas, remitidas algunas por gente que la Señora no conoce, otras por nombres como Benito Pérez Galdós, Marcelino Menéndez Pelayo, José Lázaro Galdiano, Francisco Giner de los Ríos, Vicente Blasco Ibáñez, Leopoldo Alas,... Paquetes de hojas tituladas Diario, Diario de viaje... Sin alterar el rostro comienza a leer; seleccionar una frase aquí, otra allá, con la misma atención calculadora que antes dirigió a los muebles. (...) De pronto restalla como un latigazo la voz seca de la Señora, que se ha levantado, un poco pálida y, poniéndose los guantes, camina ya hacia la puerta:

-"García, quema los papeles que hay en los cajones. Todos". Eva Acosta recrea en este revelador pasaje el "auto de fe" ejecutado por la mujer de Franco con la memoria de Emilia Pardo Bazán, con el que fue destruida de paso buena parte de la intrahistoria del siglo XIX y parte del XX de nuestro país, celosamente guardada en el pazo coruñés.

La investigación de Acosta se basa fundamentalmente en una conversación desvelada en 1988 -tres años antes de su muerte- por Ricardo Gullón (gran especialista en Galdós, académico y premio Príncipe de Asturias), que habría sido informado de lo sucedido en el pazo en 1938 por el mismísimo capitán que acompañaba a Carmen Polo durante la quema de los documentos. "No sé si alguien logrará alguna vez documentar la destrucción de este emblemático archivo. Lo que sí es cierto es que Ricardo Gullón lo dejó por escrito en 1988, con lo cual, palabra de Dios. Él lo expresaba exactamente con la frase 'auto de fe'. Es estremecedor", afirma Eva Acosta.

"La publicación de la biografía coincidió con todo el lío de la propiedad del pazo, qué casualidad. Me parecía una escena significativa del destino final de la familia de Emilia Pardo Bazán", añade la historiadora.

El texto sobre el expolio llevado a cabo en el pazo en junio de 1938 da a entender que Carmen Polo se comportó como dueña del pazo meses antes de que le fuera donado, en diciembre de ese mismo año.

"Hay un acuerdo previo a la parafernalia de la entrega -afirma Eva Acosta-. Había interés por congraciarse con el dictador, dado que A Coruña tuvo un gran énfasis republicano. A lo mejor para evitarse represalias posteriores. Meses antes de que aquello estuviera oficialmente entregado a Franco, Carmen Polo estuvo en Meirás con su hermana y su niña. De no haber puesto Carmen Polo sus ojos sobre el pazo, habría tenido seguramente otro fin, porque Blanca, la hija mayor de doña Emilia, pretendía dejárselo a los jesuitas. Pero ya había una idea del círculo de Franco para quedarse con el pazo".

La biógrafa de Pardo Bazán opina que los Franco perdieron la oportunidad de congraciarse con A Coruña devolviendo el pazo de Meirás. "Habida cuenta de las circunstancias en las que la familia Franco se hizo con el pazo de Meirás, habría sido muy elegante por su parte tener un rasgo olímpico de decir, ahora soy yo quien da el paso y lo devuelvo".