Isabel Bugallal

A Coruña

Poco se sabe de él, salvo que le cabe el honor de ser uno de los actores secundarios más prolíficos del cine hispano de Hollywood. Participó nada menos que en 34 películas. El rostro de José Peña Fraga, conocido como Pepet, ha quedado en películas de Cantinflas, de Carlos Velo y hasta de Luís Buñuel, que no sería la última vez que solicitaba la presencia de un actor coruñés.

Después de rodar en México, en 1955 Ensayo de un crimen (La vida criminal de Archivaldo de la Cruz), Buñuel contó con el popularísimo Fernando Rey para el papel de Don Lope en Tristana (1969) y con Antonio Casas, el galán de moda de los años cincuenta.

La fecha de su nacimiento se ignora, pero se sabe que Pepet emigró en su juventud a Estados Unidos y, después de buscarse la vida como ventrílocuo, ilusionista y cómico, en los años veinte, en los que llegó a ser conocido como El Gran Pepet, comenzó su carrera en el cine.

Empezó en el cine mudo interpretando papeles menores, pero el éxito le llegó con la aparición del cine sonoro. Las grandes productoras norteamericanas solían rodar más de una versión de una misma película, para lo cual requerían a actores de distintos idiomas, en función del mercado al que se dirigiese. Esa fórmula permitió a Pepet participar en numerosos filmes, hasta que se generalizó el doblaje.

Gracias a su capacidad de trabajo y a sus relaciones sociales, Pepet consiguió un puesto fijo como actor de elenco en la nómina de la 20th Century Fox.

En esa época dorada, Pepet vive en Hollywood, donde trabajará con regularidad durante diez años, sobre todo para los estudios Paramount, que lo requerían para hacer papeles en español con destino al mercado hispano.

Durante la década de los años treinta participó en películas como La jaula de los leones (F. Balshofer), Cupido Caffeur (L. Warner), El dios del mar (E. Venturini), Parlez vous?, ¡Hola, Rusia! y El tenorio del harén, las tres de de K. Neumann; El Código Penal (P. Rosen), El príncipe gondolero y Yo, tú y ella, Granaderos del amor ,de J Reinhardt; Julieta compre un hijo, y Angelina o el honor de un brigadier, de J. King, basada en una obra de Enrique Jardiel Poncela, en cuyo guión tomó parte el dramaturgo español.

En la misma década Pepet interviene en filmes como Piernas de seda (J. Boland), No matarás (C. Torres), La vida bohemia (J. Berne), Juan soldado (L. Gasnier), Castillos en el aire (J. Salvador) o Papá soltero, que rueda al final de la década, en 1939.

Tras casarse con la bailarina Carmela Peña, el actor coruñés, a la vista del declive de las versiones en diferentes lenguas, decide probar suerte en México, a donde se traslada con su familia.

En la capital mexicana se establece como librero, pero en 1955 vuelve al cine gracias a la llamada de Buñuel, que quiere que haga de secundario en Ensayo de un crimen. Poco antes había rodado Escándalo de estrellas, película que supone la incorporación del actor coruñés al cine mexicano.

Un año después de estrenar la película de Buñuel, reaparece en El buen ladrón, de M. de la Serna. Continúa su carrera en A media luz los tres (J. Soler), Flor de canela (R. Pereda), El analfabeto (1960) con Mario Moreno, Cantinflas; Cri, cri, el grillo cantor (T. Davison), Así amaron nuestros padres (J. Bustillo) y 5 de chocolate y uno de fresa (1967), en la que se puso a las órdenes del director ourensano afincado en México Carlos Velo.

Otro actor que dominó la escena de Hollywood haciendo de secundario fue el cordobés Carlos Villarias, que se lleva la palma en apariciones cinematográficas, ya que figura en 35 películas.

En la lista de los más prolíficos están también el castellano Romualdo Tirado, que llegó a a hacer 32 versiones hispanas en Hollywood, donde consiguió tener algún papel de importancia -con Bela Lugosi en el Conde Drácula (1931)-, y el catalán Marín Garralaga, que aparece en 31.

Fue la figura de Tirado la que llevó al impresor José Fernández, colaborador de la revista La Encina; a tirar del hilo e investigar el trabajo de los españoles en los años treinta en Hollywood. Y así conincidió con José Peña Fraga, Pepet, del que nada se sabe de su etapa coruñesa.