El Papagayo comenzó ayer su nueva vida entre Panaderas y la calle Hospital, entre el subsuelo profundo de sus mil plazas de aparcamiento y el alto techo de sus edificios de 126 viviendas. Es, para el alcalde Javier Losada, el renacer de un lugar "con casas en ruina, inexistencia de infraestructuras y marginalidad social". Lo vio deteriorarse el regidor, como coruñés y como parte del Gobierno local de Vázquez.

El antiguo barrio chino es desde ayer, y tras siete años desde que se inició el proyecto, un complejo residencial, comercial y de oficinas, con una plaza central de 3.290 metros cuadrados que, a entender de sus promotores, recuerda "a la Quintana en sus horas más relajadas".

Al granito de la Quintana recuerda la iglesia de las Capuchinas que se asoma tímidamente en una de las esquinas de la plaza y que comparte espacio, primero, con dos edificaciones rehabilitadas según la estética arquitectónica de Panaderas, y segundo, con modernos, oscuros y altos módulos. En total, 2.326 metros cuadrados de oficinas, 2.000 metros cuadrados destinados a servicios sociales del Ayuntamiento, 8.357 de superficie de viviendas y 34.830 para mil plazas de aparcamiento.

Atrás quedan tres años de excavaciones y cuatro de obra, por cuyas "molestias, ruidos y problemas de tráfico" pidió "mil disculpas" uno de los promotores, Amador Real, que abrió el turno de discursos visiblemente emocionado. La petición de indulto iba dirigida principalmente a los vecinos del nuevo bulevar. Algunos de ellos, descontentos con que no se hayan reparado las grietas originadas durante los trabajos, colgaron crespones negros en sus balcones, desde donde siguieron el ir y venir de gente en la inauguración del complejo.

Banderas negras que hacían juego con la alfombra dispuesta en la acera de Panaderas para recepción y desfile de los invitados. Entre ellos, y a excepción de Méndez Romeu, estaban tres de los cuatro concejales de Urbanismo que vivieron el proceso de construcción: el alcalde Javier Losada, el presidente de la Diputación, Salvador Fernández Moreda, y la actual responsable del Departamento, Mar Barcón. La representación municipal se completaba con la edil de Economía, Carmen Marón, y el de Transportes, José Nogueira.

Nadie de la oposición y nadie de los socios nacionalistas del Ejecutivo.

Acompañados por los tres promotores de la obra y por un séquito de un centenar de personas descubrieron una placa y cortaron una cinta en la planta principal del centro comercial, para ser recibidos después por un tango ante el supermercado que ocupa la planta baja. Por allí se paseó el alcalde, parándose a admirar un gran bodegón marino formado por un pez espada y una barracuda y saludando a las uniformadas cajeras y dependientas perfectamente alineadas en los pasillos en la víspera de su primer día de trabajo.

Se felicitó Losada por poder "hacer ciudad donde ya existía, haciendo lo que debemos hacer, reformando los espacios urbanos, creando nuevos lugares de encuentro y modernizando los barrios", explicó el regidor en su discurso de inauguración. "La

realidad nos da la razón", dijo. "Se ha adecentado el barrio de forma inmejorable", aplaudió Losada, "una maravilla arquitectónica". "Si esto se hubiera hecho en otra ciudad del mundo, se estarían haciendo documentales", añadió. Hizo también un hueco el alcalde para la memoria: "¡Quién no recuerda este barrio entrañable para la ciudad!".

El promotor, Amador Real, insistió en que el conjunto "se convertirá en un punto de encuentro para todos los ciudadanos", además de para las más de 2.000

personas, según sus cálculos, que pasarán diariamente por oficinas, viviendas y comercios del antiguo barrio chino coruñés.

El bulevar, que se abrirá al público hoy, conecta las calles Panaderas y Hospital, une la antigua Pescadería con Zalaeta y Monte Alto. El área de servicios cuenta con un supermercado, un centro de tratamiento estético y peluquería, vinoteca, cafeterías, restaurantes y una pulpería.

También hay un espacio reservado para establecimientos de moda que abrirán en otoño. La plaza -a la que también se asoma la casa del cura derruida y vuelta a construir- cuenta con un área de juegos, naranjos y magnolios. "Incluso los elementos menos transparentes están dotados de luz, desde las barandillas acristaladas con laminado antivandálico hasta los pasamanos de las escaleras", detallan los promotores.